Con los despistados no se puede ir muy lejos. Mejor dicho, los despistados no tienen futuro alguno.
Con los despistados no se puede ir muy lejos. Mejor dicho, los despistados no tienen futuro alguno. Despistados que viven del momento y no piensan en el después.
Despistados que se duermen y se despiertan sin luz en sus vidas. Des- pistados que no ven más allá de sus narices.
Y que cuando llega el momento de los problemas esperan que otros se los solucionen.
Padres cigarras
Padres despistados que no son capaces de ver dónde están y con quienes están sus hijos.
Padres despistados que solo abren los ojos cuando ya es tarde porque el hijo tomó otros caminos.
Padres despistados que prefieren dormirse y cuando se despiertan los problemas ya no tienen solución.
Esposos cigarras
Esposos despistados que son incapaces de ver cómo su amor se está desgastando hasta que el divorcio los despierta de su rutina y vulgaridad.
Esposos despistados que prefieren la aventura sin compromiso y que cuando sale a la luz del día ya es tarde para reaccionar.
Esposos despistados que se sienten los dueños de todo, sin preocuparse de la vida y la dignidad y los intereses del otro y que, cuando ven que ya no hay nada que hacer, se llevan las manos a la cabeza y comienzan los lamentos.
Son esposos “cigarras” que se pasan la vida cantando sin preocuparse del futuro de su amor, del futuro de su hogar, del futuro de su matrimonio. Y eso que, cuando se casaron se dijeron “hasta que la muerte nos separe”. Pero que su falta de creatividad o su falta de cultivo diario de su amor, se apaga en el primer invierno de sus vidas.
Cristianos cigarras
Cristianos “cigarras” que, apenas tenemos reservas para el mañana, y terminamos dejando que la gente se nos vaya o se aburra de nosotros.
Cristianos “cigarras” que seguimos dormidos en el pasado y dejamos que la historia nos deje tirados en el camino, y recién nos despertemos cuando ya pasó y nosotros perdemos el ritmo de la vida.
Cristianos “cigarras” que seguimos dormidos sin enterarnos de que el mundo ha cambiado y que nuestras respuestas ya no sirven para nada.
Cristianos “cigarras” cuya fe se estrella al primer problema que encontramos en la vida, porque el aceite que la alimenta ya se acabó.
Cristianos “cigarras” que dejamos que la fe de nuestro bautismo deje de alimentarse y que cualquier invitación o cualquier tontería nos deje calatos en el camino de la vida.
La verdad de la parábola
La parábola del Evangelio nos habla de cristianos avispados que saben sembrar hoy para segar mañana, y de cristianos que no siembran y luego se lamentan de que no tienen trigo que cosechar.
La parábola del Evangelio nos habla de cristianos que viven sólo el presente y no piensan en el futuro y que cuando se despiertan se dan cuenta de que las lámparas de su fe y de su esperanza están apagadas y sin aceite de repuesto.
La parábola del Evangelio nos habla de quienes no cultivan su esperanza hoy y pretenden vivir del aceite de las lámparas de los otros. Y nadie puede vivir de la fe de otro ni de la esperanza de otro.
En una palabra, la Parábola del Evangelio, nos habla de quienes no saben mirar más que al momento presente y se olvidan del mañana.
Nos habla de esos cristianos que siempre llegan tarde a la cita de Dios y cuando llegan Dios ya pasó o las puertas del futuro ya están cerradas para ellos.
Cristianos hormigas y cristianos cigarras
Tal vez lo que mejor defina la parábola de las vírgenes prudentes y las necias sea la “hormiga” y la “cigarra”. Ustedes conocen de sobra el cuento.
Las “hormigas” que, callada y silenciosamente, se pasan el verano acaparando comida en sus cuevas, para sobrevivir en el invierno.
Mientras tanto, las “cigarras” se pasan el verano alegremente cantando, sin pensar que el verano sólo dura unos meses y el invierno es largo y frío.
Me encantan los “cristianos hormigas”, que no hacen mucho ruido, pero cada día van sembrando pequeñas esperanzas que mantienen vivas sus vidas.
Mientras que “los cristianos cigarras” hacen demasiado ruido, pero sin hacer nada, sin voluntad para esforzarse cada día.
Me encantan los “cristianos hormigas”, que cada día, alimentan su fe, su esperanza con pequeñas cosas, con pequeños detalles y gestos de amor, y cada día, ahondan un poquito más en la experiencia del Evangelio y que siempre tienen sus lámparas encendidas, atentos siempre al paso y a las huellas de Dios, y su lado siempre queda aceite nuevo para renovarlas.
Me encantan los “cristianos hormigas” que saben que el aceite se gasta, la fe se debilita, la esperanza se apaga y el amor se muere si no se cultiva y, por ello, cada día las alimentan con el aceite nuevo siempre en reserva en sus corazones.
En cualquier momento llega Dios, puede ser al mediodía como a la medianoche, y puede que nos encuentre mediodormidos, pero siempre, con las lámparas encendidas y con aceite de repuesto. Por eso me preocupan muchas cosas y que la parábola de hoy las aviva:
¿Por qué los cristianos tendremos que llegar siempre tarde?
¿Por qué tendremos que esperar a que las cosas pasen para enterarnos de ello? Cristiano no es el que va pisando los talones de la historia, sino el que va por delante haciendo historia.
Clemente Sobrado C.P.
www.iglesiaquecamina.com
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Club Amigos de la Esperanza.
Tenemos que ser luz para los que no ven.
Tenemos que llevar una esperanza a quienes ya la han perdido.
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