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Develando mitos y tabúes sobre la sexualidad femenina

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¿Se puede tener relaciones mientras se está gestando?; en la menopausia, ¿pierde la mujer su potencial sexual?, son algunas de las creencias sobre la sexualidad femenina.

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Se dice que el cuerpo de la mujer es complejo y que cargaría una serie de mitos y complejos en torno a su sexualidad. ¿Cuáles son estos mitos? Al respecto, el sexólogo Juan Carlos Kusnetzoff, autor del libro “La mujer sexualmente feliz. Del mito a la verdad científica”, y la terapeuta María Luisa Lerer, en su libro “Hacerse mujer”, desmienten estas creencias erróneas. He aquí algunas de sus apreciaciones:

- El hombre necesita más sexo que la mujer. No es así. Biológicamente la mujer está capacitada para vivir con plenitud todas las etapas de la relación sexual (deseos, placer, orgasmo) en forma equivalente, si no similar, al hombre.
- El himen se rompe al perder la virginidad. Muchos hombres y mujeres lo imaginan como un tabique continuo y cerrado, infranqueable sin violencia. En realidad, es elástico y tiene un orificio que permite, por ejemplo, a las mujeres vírgenes usar tampones. ¿Qué pasa en la “primera vez”? El orificio del himen se agranda.
- El punto G es difícil de encontrar. Casi siempre se constata que la zona es fácil de estimular, en especial, con los dedos del compañero. ¿Cómo encontrarlo? Deslizar el dedo dentro del conducto vaginal y efectuar una leve presión hacia arriba. Se siente como una pequeña rigurosidad o montañita.
- Todo el clítoris está a la vista. Pensar eso es un error. El clítoris está formado por un tronco y una zona más abultada, el glande, que es lo único visible bajo los labios menores. La estimulación tanto del tronco como del glande provoca su erección y aumento del volumen.
- Todo pasa en el mismo orificio. Muchas personas confunden la uretra con la vagina. En realidad, hay dos orificios, uno que permite la evacuación de la orina (el meato uretral) y otro que comunica la vagina con el exterior (el orificio vaginal o himeneal), por donde se evacua la sangre menstrual, se realiza el parto y penetra el pene en la relación coital.
- El placer pasa por los genitales. Si bien el clítoris y los labios menores producen placer al estimularse; también existen otras zonas erógenas en el cuerpo de la mujer, como la cara interna de los muslos, los pezones, la boca, las orejas, el cuello, etc.
- Las mujeres con senos pequeños son frías. No es verdad, aunque varones y mujeres tienden a asociar los grandes pechos (y en general la figura voluptuosa) con un temperamento apasionado.
- Hay penes que no se adaptan a la vagina. Solo es cierto en casos aberrantes, como hombres mayores con niñas pequeñas. Entre adultos no existe tal incompatibilidad.
- Hay vaginas muy cortas. A veces una molestia durante el coito o durante el examen ginecológico lleva a pensar en una vagina corta o no desarrollada. Pero, en realidad, lo que puede ocurrir es una contracción espasmódica de algún músculo o que se trate de un vaginismo. De ninguna manera está indicada la cirugía.
- Fuimos creadas para reproducir. No es así. Los genitales poseen, tanto en hombres como en mujeres, la doble función de reproducción y placer sexual. Los ovarios segregan dos hormonas: los estrógenos y la progesterona, que determinan los caracteres sexuales secundarios femeninos”, agrega el especialista.
- La capacidad y el deseo sexual de la mujer son menores que las del varón. Esta errónea creencia se escucha no solo en boca de hombres, sino de las propias mujeres quienes realmente piensan que ellas tienen menos necesidades sexuales. Lo único que resulta distinta es la respuesta sexual de mujeres y hombres. Pero nada tiene que ver con el nivel de excitación, la frecuencia y las necesidades sexuales que sí son las mismas.
- La mujer debe ser sexualmente pasiva. Costumbres culturales dan a conocer que las mujeres deben esperar por la iniciativa del varón y asumir en la relación sexual una actitud pasiva o de complacencia. Las mujeres que asumen su sexualidad sin mitos, tabúes o prejuicios, llevan una vida sexual activa e, indistintamente, uno u otra, toman la iniciativa o recrean el encuentro de manera espontánea, sin crear en el hombre esa expectativa-presión que significa que él siempre tiene que llevar la voz cantante.
- La sexualidad termina con la menopausia. La pérdida de la menstruación solamente marca el fin de la vida fértil. A partir de entonces, ya no se puede tener hijos, pero de ninguna manera, marca la terminación del deseo y necesidades sexuales.
- Solo en la juventud se goza de una buena sexualidad. El gran prejuicio de nuestra cultura impide aceptar que la mujer madura y añosa es sexualmente tan aceptable y deseable como la mujer joven. Los medios de comunicación tienen su porción de responsabilidad en esto, al presentar siempre a la sexualidad-genitalidad unida a cuerpos jóvenes y hermosos, de ahí que la mujer mayor crea que el erotismo es algo vergonzante. Que, sencillamente, pasó su tiempo.

En conclusión, lo que resulta sexualmente atractivo y estimulante a los varones es aquella mujer que se mueve con sensualidad y seguridad dentro de su propia piel. No hay nada más seductor que la mujer que se ama a sí misma, señala María Luisa Lerer, “pues no existen patrones para medir el atractivo sexual porque en ese mundo, para gustos se han hecho colores…”.

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