La fiscalía sostiene que Oskar Gröning, encargado de incautar las pertenencias de los prisioneros facilitó apoyo económico al régimen nacionalsocialista y respaldó así su maquinaria de la muerte.
El denominado "contador de Auschwitz", Oskar Gröning, admitió este martes su responsabilidad "moral" en la muerte de los deportados a ese campo de exterminio y pidió perdón a sus familias en el inicio del juicio en Lüneburg (centro de Alemania).
"Para mí está fuera de toda duda que soy moralmente cómplice", afirmó Gröning, de 93 años y al que se acusa de complicidad en el asesinato de 300.000 personas muertas en las cámaras de gas de Auschwitz en la llamada "operación Hungría", en 1944.
Gröning, que sirvió en ese campo a partir de 1942, admitió asimismo que desde su llegada supo que se gaseaba a los judíos, pidió perdón a las supervivientes y familiares de las víctimas presentes en la audiencia y se puso a disposición de la justicia.
El proceso contra Gröning se considera uno de los últimos grandes juicios por los crímenes nazis, dada la avanzada edad de los implicados y también de las víctimas.
Gröning acudió a la Audiencia caminando con la ayuda de un andador y acompañado de sus abogados.
Entre las más de 60 acusaciones particulares presentes en el caso, hay supervivientes del Holocausto y también familiares de víctimas de Auschwitz, que han puestos sus últimas esperanzas en una justicia tardía.
La fiscalía sostiene que Gröning, encargado de incautarse de las pertenencias de los prisioneros que llegaban a Auschwitz y de enviar el dinero a las SS en Berlín, facilitó apoyo económico al régimen nacionalsocialista y respaldó así su maquinaria de la muerte.
La acusación se centra en el verano de 1944, cuando en el marco de la denominada "Operación Hungría" llegaron al campo de concentración y exterminio 425.000 deportados de ese país y al menos 300.000 fueron ejecutados en las cámaras de gas.
El precedente que lleva a pensar en una condena en este caso es el juicio instruido en Múnich al ucraniano John Demjanjuk, condenado en 2011 a cinco años de cárcel por su complicidad en la muerte de más de 29.000 judíos en el campo nazi de Sobibor, donde sirvió como guardia voluntario.
Tras ese proceso, en el que se condenó a un trabajador de un campo sin una implicación directa en las muertes, la Oficina Central Investigadora de los Crímenes del Nacionalsocialismo decidió la reapertura de 30 procedimientos, aunque varios han sido ya desestimados por incapacidad de los acusados. EFE
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