La adolescencia significa para las mujeres la oportunidad de jugar con un poder de seducción, ensayando de algún modo su futuro como adultas, pero con un importante componente lúdico: de juego. Pero cuando se cuenta con una madre joven, quizá apenas superados los 40 años, existe riesgo de competencia y rivalidad entre madre e hija.
La rivalidad entre madre e hija en ocasiones no es cuestión de mitos y creencias, de niñas las idolatramos y en la pubertad ese sentimiento empieza a cambiar porque volcamos en ellas lo que quisimos ser nosotras o tememos que sean mejores y eso jale la admiración de los padres.
La adolescencia significa para las mujeres la oportunidad de jugar con un poder de seducción, ensayando de algún modo su futuro como adultas, pero con un importante componente lúdico: de juego. Pero cuando se cuenta con una madre joven, quizá apenas superados los 40 años, existe riesgo de competencia y rivalidad entre madre e hija.
¿Qué sucede cuando la hija se convierte en madre? En la mayoría de los casos, cuando ha habido una buena relación, esta se estrecha aún más, es un momento de acercamiento y de reencuentro, nos damos cuenta de la complejidad que representa “hacer” personas, criar seres humanos.
La relación madre-hija se encuentra casi siempre en los límites no es descrita a exactitud y cada vínculo es sumamente distinto, pero lo que si debemos considerar es que la comunicación y comprensión deben prevalecer en nuestra vida. Las mujeres construimos en dicha relación nuestro “yo” y nuestra identidad femenina.
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