Responsables de diferentes sectores del libro expresan su admiración, pero también sus temores ante el libro digital, libro electrónico, "e-book" o libro-e.
El libro digital, que se asoma tímidamente al mercado, permitirá viajar sin peso, ahorrar espacio, una lectura más cómoda o acercar los libros a los adictos al ordenador, pero junto a estas ventajas, escritores y libreros temen salir mal parados.
Responsables de diferentes sectores del libro expresaron durante la última Feria del Libro de Madrid, que terminó el domingo, su admiración y sus temores ante el libro digital, libro electrónico, "e-book" o libro-e.
Por el momento estos términos denominan no sólo al soporte vendido en algunas librerías -el dispositivo inalámbrico del tamaño de un libro y poco grosor en cuya pantalla pueden almacenarse y leerse-, sino al libro digitalizado que puede descargarse y leerse además en ordenadores y teléfonos móviles.
"Para quien no lee, porque se maneja en internet", el libro digital "es el mejor soporte para iniciarse en la lectura", estima Jesús Badenes, director de liberías de la editorial Planeta.
"Se podrá viajar con libros gordos", que en el nuevo soporte ya no pesarán, y "cambiar el tipo de letra" al libro, subraya aludiendo a este soporte, nacido hace pocos años y comercializado en Estados Unidos por el portal Amazon.
Amazon vende libros digitales para que sean leídos en el soporte Kindle, al que le han salido competidores como el de Sony, Iliad y Cybook, aún caros (entre 280 y casi 600 euros en España), aunque "dentro de muy poco van a bajar", según Ignacio Latasa, director del fabricante español de soportes Leer-e, lo que ayudará al incremento de las ventas.
Hoy las editoriales especializadas "son las avanzadillas naturales", según Badenes.
La editorial jurídica española Aranzadi, comprada por Thomson, consigue más del 70% de sus ingresos con libros electrónicos.
Y la revista científica británica Nature pasó de 60.000 suscripciones a 300.000 gracias a su edición digital. Pero las bondades del libro electrónico vienen acompañadas de inquietudes: los escritores ven peligrar sus ingresos si, a ejemplo de la música y las películas en internet, se cuelgan en la web sin permiso o si se generalizan las descargas gratuitas.
Existe una "expectativa de gratuidad" hacia los contenidos en internet "que no se tiene de otros bienes" como el ordenador, la conexión a internet, la electricidad o el Kindle, según Victoriano Colodrón, director técnico de Cedro, que gestiona los derechos de autor y que el año pasado logró retirar 50 obras de la web colgadas sin autorización.
"¿Qué precio vamos a pagar si dejamos de percibir los derechos de autor?", se pregunta la escritora Care Santos.
Además "las librerías tendrán un problema cuando se venda en virtual" porque no podrán competir, según el director de Leer.e, asociada a la agencia literaria de Carmen Balcells para vender libros electrónicos.
Por eso la catalana Edi.cat ha optado por que sus libros digitales se vendan en las librerías en forma de una tarjeta con un código con el que el usuario descargará la publicación. Y Balcells apuesta por un ajuste apropiado del sector que permita que el e-libro "se consolide como un nuevo canal de explotación de los derechos de autor ordenado y sujeto a las normas del mercado", que permita "retribuir justamente al autor" y "aumentar el consumo del libro manteniendo la dignidad del sector", según su responsable Javier Martín.
Por lo pronto, el competidor de Amazon, Google, que ha escaneado unos 7 millones de libros accediendo a los archivos de bibliotecas de todo el mundo, ha anunciado que además de permitir la libre consulta en Google Books Search, los venderá.
Más allá de las ventajas y peligros del "e-book", la mayoría no cree que arrase. Ambos convivirán un tiempo, 10 años, según una encuesta de la pasada feria del libro de Frankfurt, según la cual el 60% de los editores no ha
digitalizado libros todavía.
En Estados Unidos los digitales suponen hoy un 0,6% de la cifra de negocio total, y en el Reino Unido, un 0,1%. AFP
(Foto: Amazon)
Responsables de diferentes sectores del libro expresaron durante la última Feria del Libro de Madrid, que terminó el domingo, su admiración y sus temores ante el libro digital, libro electrónico, "e-book" o libro-e.
Por el momento estos términos denominan no sólo al soporte vendido en algunas librerías -el dispositivo inalámbrico del tamaño de un libro y poco grosor en cuya pantalla pueden almacenarse y leerse-, sino al libro digitalizado que puede descargarse y leerse además en ordenadores y teléfonos móviles.
"Para quien no lee, porque se maneja en internet", el libro digital "es el mejor soporte para iniciarse en la lectura", estima Jesús Badenes, director de liberías de la editorial Planeta.
"Se podrá viajar con libros gordos", que en el nuevo soporte ya no pesarán, y "cambiar el tipo de letra" al libro, subraya aludiendo a este soporte, nacido hace pocos años y comercializado en Estados Unidos por el portal Amazon.
Amazon vende libros digitales para que sean leídos en el soporte Kindle, al que le han salido competidores como el de Sony, Iliad y Cybook, aún caros (entre 280 y casi 600 euros en España), aunque "dentro de muy poco van a bajar", según Ignacio Latasa, director del fabricante español de soportes Leer-e, lo que ayudará al incremento de las ventas.
Hoy las editoriales especializadas "son las avanzadillas naturales", según Badenes.
La editorial jurídica española Aranzadi, comprada por Thomson, consigue más del 70% de sus ingresos con libros electrónicos.
Y la revista científica británica Nature pasó de 60.000 suscripciones a 300.000 gracias a su edición digital. Pero las bondades del libro electrónico vienen acompañadas de inquietudes: los escritores ven peligrar sus ingresos si, a ejemplo de la música y las películas en internet, se cuelgan en la web sin permiso o si se generalizan las descargas gratuitas.
Existe una "expectativa de gratuidad" hacia los contenidos en internet "que no se tiene de otros bienes" como el ordenador, la conexión a internet, la electricidad o el Kindle, según Victoriano Colodrón, director técnico de Cedro, que gestiona los derechos de autor y que el año pasado logró retirar 50 obras de la web colgadas sin autorización.
"¿Qué precio vamos a pagar si dejamos de percibir los derechos de autor?", se pregunta la escritora Care Santos.
Además "las librerías tendrán un problema cuando se venda en virtual" porque no podrán competir, según el director de Leer.e, asociada a la agencia literaria de Carmen Balcells para vender libros electrónicos.
Por eso la catalana Edi.cat ha optado por que sus libros digitales se vendan en las librerías en forma de una tarjeta con un código con el que el usuario descargará la publicación. Y Balcells apuesta por un ajuste apropiado del sector que permita que el e-libro "se consolide como un nuevo canal de explotación de los derechos de autor ordenado y sujeto a las normas del mercado", que permita "retribuir justamente al autor" y "aumentar el consumo del libro manteniendo la dignidad del sector", según su responsable Javier Martín.
Por lo pronto, el competidor de Amazon, Google, que ha escaneado unos 7 millones de libros accediendo a los archivos de bibliotecas de todo el mundo, ha anunciado que además de permitir la libre consulta en Google Books Search, los venderá.
Más allá de las ventajas y peligros del "e-book", la mayoría no cree que arrase. Ambos convivirán un tiempo, 10 años, según una encuesta de la pasada feria del libro de Frankfurt, según la cual el 60% de los editores no ha
digitalizado libros todavía.
En Estados Unidos los digitales suponen hoy un 0,6% de la cifra de negocio total, y en el Reino Unido, un 0,1%. AFP
(Foto: Amazon)
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