Los defensores de los animales colombianos intentan que la legislación nacional prohíba las corridas de toros, las corralejas, las peleas de gallos y cualquier clase de maltrato animal.
La tradicional fiesta taurina de las corralejas dejó hoy en Turbaco, un pueblo cercano a la ciudad de Cartagena de Indias en el norte de Colombia, un saldo de 19 heridos, uno de ellos de gravedad.
Al final de este festejo que transcurre como una corrida popular, el joven, que descalzo y borracho pretendía lidiar un toro criollo barcino de media tonelada, todavía recibía atención médica.
Y es que el astado le embistió en el lado izquierdo del tórax, aunque el joven logró salir caminando de la arena en medio de decenas de personas que pedían auxilio y miraban cómo le brotaba la sangre por el costado.
La Defensa Civil le brindó los primeros auxilios en una carpa al lado de la corraleja (plaza de toros improvisada).
Después de este incidente, la afición quedó en un silencio inmediatamente interrumpido por una banda de trompetas, clarinetes y redoblantes que entonó un conocido porro, un género musical de la región.
La fiesta quedó prendida de nuevo con un toro que saltó al ruedo y con el aguardiente que regó las gradas.
"Cuando el toro desafortunadamente coge a una persona, la gente empieza a gritar, esa es la emoción", explicó a Efe Argemiro Rodelo, un fanático de estas fiestas.
"Para que la fiesta quede buena tiene que haber heridos, para que queden bien las fiestas", enfatizó, estableciendo el criterio de calidad de estas fiestas, en las que cientos de espontáneos se lanzan, normalmente ebrios, a tratar de esquivar a los toros criollos.
El origen de esta fiesta se ha desdibujado en el tiempo y los historiadores se limitan a ubicarlo durante el periodo posterior a la Colonia, cuando los españoles o sus hijos fundaron haciendas ganaderas en la región del norte de Colombia.
La afición por burlar o capear las reses nació en las sabanas de Sucre y Córdoba, al norte de Colombia, donde los vaqueros todo el año cumplen un ciclo de migración con el ganado regulado por los inviernos que inundan las tierras bajas, obligando a buscar pastos frescos en tierras más altas.
A diferencia de lo que sucede en las corridas de toros, el animal regresa vivo al corral después de pasar por las manos de los "garrocheros", "paragüeros", "banderilleros" y "manteros" que participan en las corralejas.
Las corralejas de Sincelejo, capital de Sucre, declaradas en 2009 Patrimonio Cultural e Inmaterial de la Nación, son las más famosas del país y célebres porque en 1980 se derrumbó un palco de la plaza, causando la muerte a cerca de 500 personas y heridas a unas 2.000.
Los defensores de los animales colombianos intentan periódicamente que la legislación nacional prohíba las corridas de toros, las corralejas, las peleas de gallos y cualquier clase de maltrato animal, sin que hasta la fecha se haya logrado mucho en este tema.
Tan sólo este año, el alcalde de Bogotá, Gustavo Petro, prohibió la lidia de toros en la plaza Santamaría, una decisión que tiene dividida a la opinión y que obligará a celebrar la tradicional feria taurina de la capital en el municipio de Duitama.
EFE
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