Los más de 300 hoteles flotantes entre las ciudades de Luxor y Asuán son los responsables de la contaminación del Nilo, al descargar en él sus aguas de desecho.
Disfrutar de un crucero en alguno de los hoteles que flotan en el Nilo ya no es turismo inocuo, sino uno de los culpables del aumento de la contaminación de sus aguas, que corren el riesgo de no ser aptas para el consumo en quince años.
Según el informe "El río Nilo, entre la contaminación y la pérdida", publicado recientemente por el Centro Habi para los Derechos Medioambientales, los más de 300 hoteles flotantes entre las ciudades de Luxor y Asuán son los responsables de la contaminación del Nilo, al descargar en él sus aguas de desecho.
"El problema es que sus sistemas para el tratamiento de aguas residuales no son suficientes: no tienen los canales para descargar rápido y hay pocos lugares para recibir y tratar esta agua", dijo a Efe el director de la División de Investigación Medioambiental del Centro Nacional de Investigación (CNI), Ahmed Shaban.
Los impactos de este "sucio" turismo para la salud pública no son menores ya que, según el informe, 17.000 niños mueren de gastroenteritis al año por beber agua contaminada del Nilo, mientras que los fallos renales, también ocasionados por tomar agua sucia, son cuatro veces más comunes en Egipto que en el resto del mundo.
La causa son las altas concentraciones de bacterias fecales que pasan desde los baños de los barcos hasta las aguas del río.
"Cuando analizamos el Nilo, no encontramos bacterias comunes, encontramos de todo, hasta patógenos que no hay Egipto", afirma Shaban, que junto a su equipo se dedica a realizar controles de calidad del agua desde Asuán a Alejandría.
La factura de estos paseos turísticos, según el mismo informe, también incluye una reducción significativa de la biodiversidad acuática, con la desaparición de 33 tipos de peces y el peligro de extinción para otros 30.
Además, el documento informa de un 50 por ciento de pérdidas en la agricultura por el uso de este agua para el riego y un gasto de unos 500 millones de dólares al año a consecuencia de las toneladas de contaminantes industriales, agrícolas, médicos y turísticos que se vierten en lo que constituye la principal fuente de agua del país.
Para Shaban, no obstante, los barcos no tienen toda la culpa, sino que la comparten la población y las fábricas a orillas del río que vierten en él agua contaminada.
"Ese es nuestro problema: la población aumenta, la contaminación aumenta, las fábricas aumentan y todo va al río", dice Shaban.
Según el científico, "si seguimos incrementando la contaminación a este ritmo, el Nilo probablemente morirá en 15 años", lo que significa que su agua dejará de ser apta para el consumo.
Si bien los barcos turísticos no son los únicos responsables, la parte de culpa que les corresponde va en ascenso debido a que la demanda de estos paseos por parte del turismo internacional ha aumentado casi proporcionalmente a la turbiedad de las aguas.
Así lo cree Mossad Sekry, el representante de una agencia turística que ofrece cruceros de 4 días entre Luxor y Asuán y que es testigo del aumento del turismo de crucero, especialmente entre noviembre y febrero, con grupos de hasta 250 personas.
De paso, Sekry se lava las manos: "Todos los cruceros que ofrecemos son en barcos que tienen sistemas de tratamiento de agua adecuados", dice.
Según Shaban, no hay razón para desconfiar de Shekry ni de las agencias turísticas que ofrecen cruceros en hoteles de primera calidad, pues el turismo de lujo suele utilizar grandes barcos, que tienen licencia y están conectados al sistema de captación de aguas residuales.
"El problema -explica- está en los barcos más baratos, que no tienen sistemas de tratamiento".
La solución, según el representante del CNI, tiene dos fases: que el Gobierno aplique la ley para que los dueños de los barcos adopten medidas de protección del medio ambiente y que los mismos dueños tengan la voluntad de invertir en ello y construyan más centros de captación de aguas de desecho.
EFE
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