Depender emocionalmente de otra persona, en aras de encontrar la felicidad, sin ser capaces de ser una misma, puede afectar en lo que realmente quisiéramos ser.
Dependencia emocional a la necesidad de tener a otros para sobrevivir, querer que “otros lo hagan por nosotras” y depender de otros para poder percibir nuestra propia imagen, tomar nuestras propias decisiones y que se encarguen de nuestro bienestar económico.
Cuando somos emocionalmente dependientes, miramos hacia los demás para recibir nuestra propia felicidad, nuestro concepto del “yo” y nuestro bienestar emocional. Sacrificamos lo que realmente queremos y necesitamos por el miedo a ser rechazadas, abandonadas o confrontadas.
Ser emocionalmente dependientes nos pone a merced de nuestros propios miedos y de los caprichos de los otros, y nos limita seriamente en la obtención de la libertad de ser nosotras mismas.
Cuando somos emocionalmente dependientes, creemos que son los otros los que tienen la llave de nuestro propio bienestar, que ellos deben saber mejor qué es lo bueno y lo malo para nosotras. O creemos que para poder retener el amor de alguien debemos regalar nuestro yo.
Sin nuestro propio conocimiento interior, sin el coraje de expresar quiénes somos realmente y el deseo de manifestar lo que no nos gusta y la excitación que provoca, no vivimos realmente. Solo estamos viviendo como espejos, reflejando la vida de los demás.
Hasta que seamos capaces de ser nuestros únicos y hermosos seres, no podemos realmente amarnos a nosotras mismas o a otros, y del amor se trata la vida.
¿Por qué tantas mujeres tienen problemas con la dependencia emocional? La investigadora Carol Gilligan en “In a diferente voice”, las mujeres tienen una profunda necesidad de una emocionalidad conectada e íntima, pero cuando esta necesidad no se equilibra con la posibilidad de ser nosotras mismas, podemos tornarnos emocionalmente dependientes, perdiendo así la propia visión de nosotras mismas y todas nuestras capacidades.
Lo más importante es que sepamos escucharnos a nosotras mismas. Cada una de nosotras tiene “una vocecilla interior” que nos habla continuamente. El problema es que pocas veces las escuchamos.
Tomado de: “El coraje de ser tú misma”, por Sue Pathon Thole. Editorial Edaf.
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Producción: Amelia Villanueva Ramirez
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