No dejes que la dura realidad apague tus esperanzas e ilusiones porque la verdadera medida de nuestra vida no es lo que fuimos sino lo que aún podemos ser.
F. Elorriaga S. J, en su simpático libro “Pintando lo invisible” tiene un capitulito inocente pero lindo.
“Dijo un niño: “¡Las flores vuelan!”
Le contesté: “¡Estás soñando!”
Pero las he visto, repitió el niño: “¡Las flores vuelan!”.
Llévame contigo, le dije, por si es verdad lo que me dices.
Mira, ¡ahí está la flor que vuela! ¿A que no la coges?
En realidad no pude cogerla.
El niño llamaba “flor que vuela” a lo que en realidad era una mariposa”.
(Pág. 67-68)
También quisiera citar aquí las palabras de Matilde Gastalver, escribiendo sobre su sobrino que nació sordo, y que tiene sentido para muchas aplicaciones en la vida.
“No me entristece que un árbol viejo haya muerto, porque anida mil vidas en su interior, porque mil aves habitaron sus ramas, porque es testigo vivo de una misión cumplida, de lo dado gratuitamente y me parece igualmente bello y vivo en su naturaleza muerta, como un icono de lo que es la vida después de la muerte. Pero sí me cuesta pensar que el árbol recién plantado no fue dotado para entrar a la vida”.
Quiero recordar estas breves y simpáticas líneas y estas dolorosas experiencias de los niños, ahora que comenzamos un año nuevo. Es posible que frente al nuevo año se den muchas reacciones:
Un año más: la vida seguirá igual.
Un año más: otro año de sufrimiento.
Un año más: otro año de luchar en vano.
Un año más: otro año de ilusiones perdidas.
Pero no todos viven del pesimismo y la desesperanza.
Un año más: trescientas sesenta y cinco días de posibilidades.
Un año más: en el que todo puede cambiar.
Un año más: en el que yo puedo crecer y mejorar.
Un año más: en el que yo puedo hacer muchas cosas maravillosas.
Un año más: en el que yo puedo comenzar un camino de ideales.
Un año más: en el que yo puedo llegar muy lejos.
Es preciso comenzar el año:
Con alma de niño.
Con corazón de niño.
Con ilusiones de niño.
Con ojos de niño.
Porque donde los demás vemos mariposas, el niño veía flores.
Porque las mariposas se parecen mucho a las flores por sus colores.
Donde los demás vemos flores en el jardín y nos duele que alguien las corte, el niño las prefiere ver volando.
Porque donde los demás preferimos ver a las mariposas disecadas, el niño quiere verlas vivas, volando.
Porque donde los pesimistas vemos imposibles, el optimista ve posibilidades.
Porque donde los pesimistas vemos dificultades, el optimista ve oportunidades.
Porque donde los pesimistas vemos que todo sigue igual, el optimista descubre que todo puede cambiar.
Porque donde los pesimistas vemos que ya hemos llegado, el optimista reconoce que aún queda mucho por andar.
Porque donde los pesimistas vemos que nada va a cambiar, el optimista lo descubre todo nuevo.
Un Año Nuevo no es para quedarnos en el viejo que ya pasó.
Un Año Nuevo es para soñar nuevas primaveras.
Un Año Nuevo no es para desalentarnos por lo que falta de camino.
Un Año nuevo es para despertar el fuego de la esperanza que apunta a la meta.
Un Año Nuevo es para soñar cosas nuevas.
Un Año Nuevo es marcarnos nuevos horizontes.
Un Año Nuevo es para sentir que pudimos hacer muchas cosas que no hemos hecho.
Un Año Nuevo es para sentir que aún podemos recuperar el tiempo perdido, el espacio perdido.
Un Año Nuevo es para soñar lo que Dios aún puede hacer en nosotros.
Un Año Nuevo es para soñar los sueños de Dios.
Un Año Nuevo es para soñar que los días pueden ser mariposas convertidas en flores que vuelan.
No dejes que la dura realidad apague tus esperanzas e ilusiones.
No dejes que la dura realidad del pasado te impida dejar que tu mente y corazón se hagan mariposas y flores que vuelan.
Porque la verdadera medida de nuestra vida no es el año que pasó, sino el año que comenzamos.
Porque la verdadera medida de nuestra vida no es lo que fuimos sino lo que aún podemos ser.
No dejes que el pasado sea el cementerio de tus sueños, sino la tierra donde siembres nuevas esperanzas.
¡Feliz Año Nuevo a cuantos ven volar las flores!
¡Feliz Año Nuevo a cuantos ven despertar su corazón en nuevos horizontes!
¡Feliz Año Nuevo a cuantos saben transformar sus días en flores que vuelan!
Clemente Sobrado C.P.
www.iglesiaquecamina.com
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