Hasta el 2008, el 43% de las jóvenes de entre 20 y 24 años aceptaron que se casaron siendo menores, pero el porcentaje es mayor entre las mujeres de todas las edades.
La práctica ancestral del matrimonio infantil retrocede muy lentamente en la India, un país en el que la mitad de las mujeres se han casado antes de su mayoría de edad y donde la sociedad no parece dispuesta a erradicar esta lacra.
Los últimos datos disponibles, de 2008, muestran que un 43% de las jóvenes de entre 20 y 24 años se casaron siendo menores, pero el porcentaje es mayor entre las mujeres de todas las edades.
"Podemos decir que al menos el 50% de las mujeres indias llegaron al matrimonio antes de sus 18 años, y eso son cerca de 200 millones de personas", afirma Ravi Verma, el director regional para Asia del Centro Internacional de Investigación sobre Mujer (ICRW).
"Esto es solo una manifestación de lo poco que vale la mujer en esta sociedad. No vas a encontrar a nadie que apoye abiertamente el matrimonio infantil, pero la mayoría tampoco se oponen demasiado", denuncia Verma.
ICRW estima que un 40% de los matrimonios de menores en todo el mundo ocurren en este gigante asiático.
"La India está en un momento de orgullo nacional, se siente como potencia emergente y ve estas problemáticas sociales como un lastre, pero no es un tema prioritario", afirma el responsable para India de Protección de la Infancia de UNICEF, José Bergua.
Causas y consecuencias del matrimonio infantil
Las consecuencias del matrimonio infantil son devastadoras a nivel individual para las niñas o jóvenes, pero también muy nocivas para las sociedades en las que viven.
"Para la niña es lo más parecido a una condena de por vida, está muy estudiado cómo afecta a su salud en general, y a la de sus futuros hijos, y es también la mejor forma de perpetuar la pobreza y retrasar el crecimiento en un país", denuncia Bergua.
Las causas que mantienen vigente la práctica del matrimonio infantil son diversas, pero tienen que ver sobre todo con cuestiones económicas y culturales.
Aunque el pago de una dote es ilegal en la India, es una práctica generalizada y el padre de la novia debe pagar más cuanto mayor sea esta, dispendio que hay que sumar al ya de por sí al elevadísimo coste de las ceremonias nupciales.
Además, desde un punto de vista legal y social, la novia pasa a ser parte de la familia del cónyuge.
"El problema se centra en dos ideas comunes en las familias indias: que tener una hija es una carga y que la novia debe llegar virgen al matrimonio", afirma la profesora y autora de un exitoso libro sobre matrimonio infantil Jaya Sagade.
Norma prohíbe estos matrimonios
"Hay una norma de 2006 que prohíbe explícitamente el matrimonio de menores, pero es insuficiente" afirma Bergua, quien explica que la legislación penaliza a los padres y el marido en caso de matrimonio de niñas.
Pero la legislación está lejos de ser por sí sola una herramienta suficiente para acabar con la lacra del matrimonio infantil en la India, donde la edad legal para casarse es de 18 años para las mujeres y de 21 para los hombres.
"La ley tiene su papel, pero solo es efectiva si hay políticas que la acompañen", dice Jaya Sagade, que denuncia la falta de voluntad política para cambiar la situación.
Las autoridades indias han puesto en marcha algunos programas sociales para intentar paliar el problema incentivando a las familias para que mantengan a sus hijas en el sistema educativo en vez de promover su matrimonio a edades tempranas.
Una de esas iniciativas, denominada "Apni Beti Apna Dhan" (Mi hija, mi riqueza), ofrece a las familias un incentivo económico que puede llegar a los 400 euros si una hija llega soltera a los 18 años.
Los expertos son escépticos sobre la utilidad real de estos programas. "Quizás están bien, pero dando dinero no van a cambiar la mentalidad de una sociedad", dice Ravi Verma.
"Muchas de estas medidas son sólo para aparentar que el Gobierno hace algo, pero no demuestran una voluntad real de cambiar realmente las cosas", se queja Sagade.
"La solución pasa por una combinación de leyes, alternativas para las familias y mucho diálogo con las comunidades, especialmente en las áreas rurales, con ejemplos positivos que les ayuden a desmitificar determinadas prácticas", sentencia Bergua.
Parece necesario cambiar una mentalidad ancestral que se trasluce en el refranero indio: "Criar a una hija es como regar el jardín del vecino".
EFE
Comparte esta noticia