´Nosotros nos empeñados en verlo en el cielo y en la Iglesia, y él quiere que le veamos y le encontremos en la calle, en la casa, en la cárcel, en el pobre y todos los necesitados´, explica el P. Clemente.
Reflexión del P. Clemente: Queridos amigos, domingo a domingo hemos llegado al final del año litúrgico, ciclo A. Y lo hacemos celebrando la festividad de Jesucristo Rey del Universo.
Y el Evangelio de hoy tiene dos o tres características bien típicas. En primer lugar sin decirlo expresamente nos describe lo que tendría que ser el Reino de Dios. Un Reino basado en las relaciones de fraternidad y solidaridad con todos. Y donde no se excluye a nadie.
En segundo lugar, yo diría que es el Evangelio de las sorpresas. Como si quisiera decirnos que buenos y malos nos vamos a llevar la sorpresa de nuestra vida cuando nos presentemos delante de Dios.
Y en tercer lugar, y esto como una consecuencia lógica, tendríamos que decir que se trata de un Evangelio donde Dios se nos hace encontradizo en todas partes. La ley de la encarnación se convierte en el estilo de presentarse Dios y dársenos a conocer y encontrarse con nosotros.
Nosotros nos empeñamos en verlo lejos y él camina a nuestro lado. Nosotros empeñados en verlo en el cielo y en la Iglesia, y él quiere que le veamos y le encontremos en la calle, en la casa, en la cárcel, en el pobre y todos los necesitados.
Realmente un Evangelio bonito, pero también comprometedor. Un Evangelio lindo, pero que es preciso ser tomado en serio. Porque, de lo contrario, nos vamos a llevar unos pequeños o grandes sustos.
Amigos, no hagamos a Dios tan complicado, cuando él se nos manifiesta en una simple mano tendida pidiéndonos una limosna, pidiéndonos como a veces escucho por ahí “un sol para comprar un pancito”.
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