¿Cuándo será que escuchemos a la madre y al padre que cada día luchan el pan de sus hijos, que no saben ni leer ni escribir, pero tienen un corazón lleno de Dios?, se pregunta el Padre Clemente.
Reflexiones del Padre Clemente:
Queridos amigos, al Evangelio de hoy lo vamos a llamar “Evangelio de la alegría de Jesús” o si preferís “evangelio de la alegría de anunciar el Evangelio”. Y por tanto una invitación a leer la Exhortación del Papa Francisco “El gozo del Evangelio”. Saben que Jesús habla constantemente con el Padre, pero esta vez lo sorprenden en una expresión de gozo y de alegría.
Es un momento de gozo misionero, con la llegada de los enviados y la alegría de ver cómo la semilla ha comenzado a prender y echar raíces en el corazón de los sencillos, los pequeños, que son precisamente sus preferidos. Aquellos que todos excluyen son los que abren la tierra de sus corazones a las semillas de la Palabra.
Vivimos un momento en el que la Iglesia pareciera despertar a la alegría. El Papa en su Exhortación cita 75 veces la palabra alegría y no sé cuántos textos bíblicos que son una invitación a la alegría de la Buena Nueva. No se trata de esa alegría que nos viene de las cosas o de los placeres, sino la alegría que brota precisamente de la semillas del Evangelio en nosotros.
No me resisto a citar un párrafo que nos puede ayudar a despertar nuestra alegría cristiana: “la mayor amenaza, que “es el gris pragmatismo de la vida cotidiana de la Iglesia en el cual aparentemente todo procede con normalidad, pero en realidad la fe se va gastando y degenerando en mezquindad”. “Se desarrolla la psicología de la tumba, que poco a poco convierte a los cristianos en momias de museo”. Y termina este párrafo 83 casi con un grito: “¡No nos dejemos robar la alegría”.
¿No será esta una llamada de atención para todos y también para la Iglesia? Todos damos gran importancia a las ideas de los sabios, de los grandes entendidos, pero escuchamos muy poco la sabiduría de la gente sencilla.
Todos consultamos a los grandes, a los intelectuales, a los teólogos, ¿cuándo será que escuchemos a la madre y al padre de familia que cada día luchan el pan de sus hijos y que, hasta pudiera darse que no sepan ni leer ni escribir, pero tienen un corazón lleno de Dios y lleno de la sabiduría de Dios? ¿Cuándo escucharemos de verdad, sin engañarnos, al Pueblo de Dios? ¿Le escucharemos ahora para el Sínodo próximo?
Y un segundo mensaje que me parece importantísimo. Jesús nos invita a cuantos estamos cansados, agobiados, nerviosos y preocupados a buscar en él un poco de descanso. Algo que nosotros ya no sabemos hacer ¿verdad? Porque ¿quién sabe descansar hoy día que andamos como locos mirando siempre al reloj.
Pero hay algo a lo que solemos dar poca importancia. Es que también nosotros leemos del Evangelio lo que nos conviene. Jesús nos dice que él no ha venido a imponernos cargas pesadas. Al contrario ha venido a regalarnos el don de la libertad. Nos vino a liberar de las esclavitudes. La fidelidad al Evangelio no es hacer insoportables las cosas, sino hacerles ligeras y llevadores. Aquí todos tenemos mucho que aprender.
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