¿Y se imaginan que nosotros, que participamos de tantas bodas, nos neguemos a participar en la boda de Dios con nosotros?, se pregunta el Padre Clemente.
P. Clemente: Queridos amigos ¿cuántos partes de invitación habéis recibido para participar en la boda de vuestros amigos? Ciertamente muchas. Pero ¿habéis asistido luego? Qué curioso, también Dios había enviado un montón de tarjetas de invitación a la boda de su Hijo. Y los que recibieron estas invitaciones, no quisieron participar luego de la boda.
Todos estaban demasiado ocupados. Y sus ocupaciones eran más importantes que la boda de Jesús con el hombre. Y por eso, a pesar de reiteradas veces para recordárselo, ellos se negaron. Dejaron plantados a los novios.
Las relaciones de Dios con el hombre están descritas en la Biblia como “alianza”, como “boda”. Hasta el mismo Jesús se declaró en algún momento como “el novio”. Y ahora, a la hora de su muerte sella su amor esponsalicio con la humanidad nada menos que con una boda.
¿Ustedes se imaginan la muerte de Jesús como una boda? ¿Y se imaginan que nosotros, que participamos de tantas bodas, nos neguemos a participar en la boda de Dios con nosotros?
No se preocupen. La boda del Hijo de Dios no se hará en privado. Los primeros invitados, serán suplidos por otros, a quienes nadie invita. Salid, dice al cruce de los caminos e invitad a todos los que encontréis buenos y malos. No os fijéis en qué tipo tienen. No os fijéis si son de los que la gente excluye y margina. Desde ahora, quiero que todos sean invitados míos y participen de la boda de mi Hijo.
Amigos ¿seremos nosotros de los que estamos demasiado ocupados para participar en el banquete nupcial de Dios con los hombres? ¿Seremos de los que, a pesar de no ser de su círculo de amistad, sin embargo estamos llamados a llenar la sala?
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