El padre Clemente Sobrado comparte unas reflexiones espirituales para vivir la cuaresma.
“Por tanto, cuando hagas limosna, no vayas tocando la trompeta por delante, como hacen los hipócritas en las sinagogas y por las calles…. Cuando receis, no seáis como los hipócritas… Cuando ayunéis, no andéis cabizbajos, como los hipócritas …” (Mt 6,1-6)
Comenzamos hoy el tiempo de la Cuaresma, ese largo camino hacia la Pascua.
Somos un pueblo en el que, cada uno sale su propio Egipto, atravesando el duro y largo desierto de su propia conversión, comino de una nueva tierra, de una nueva libertad, y que nosotros llamamos Pascua de Resurrección.
Un camino que lo expresa muy bien esa canción que solemos cantar, posiblemente sin meternos dentro de ella:
“Somos un pueblo que camina y juntos caminando, podremos alcanzar
otra ciudad que no se acaba, sin penas ni tristezas, ciudad de eternidad.
Somos un pueblo que camina, que marcha por el mundo,
buscando otra ciudad; somos errantes peregrinos en busca de un destino, destino de unidad, siempre seremos caminantes, pues sólo caminando podremos alcanzar, otra ciudad que no se acaba, sin penas ni tristezas, ciudad de eternidad.
Danos valor siempre constante, valor en las tristezas, valor en nuestro afán.
Danos la luz de tu Palabra, que guía nuestros pasos en este caminar.
Marcha, Señor, junto a nosotros, pues sólo en tu presencia podremos alcanzar
otra ciudad que no se acaba, sin penas ni tristezas, ciudad de eternidad.
Dura se hace nuestra marcha, andando entre las sombras de tanta oscuridad,
todos los cuerpos desgastados, ya sienten el cansancio de tanto caminar.
Pero tenemos la esperanza de que nuestras fatigas al fin alcanzarán,
otra ciudad que no se acaba, sin penas ni tristeza, ciudad de eternidad”.
El tiempo de la cuaresma no es un tiempo para mirar hacia atrás sino hacia delante.
Un tiempo no para detenernos, sino para caminar.
Es tiempo de caminantes.
Es tiempo de un “pueblo caminante”, incluso si está cansado.
Es tiempo de “bautizados caminantes”.
Es tiempo de quienes buscan algo nuevo, tierra nueva, ciudad nueva, mundo nuevo.
Es tiempo de quienes viven no de los recuerdos del pasado sino de la esperanza del mañana.
La cuaresma es tiempo de la verdad.
Es tiempo de olvidar apariencias y encontrarnos con nosotros mismos por dentro.
Es tiempo no de aparentar sino de ser.
No de figurar delante de los demás, sino de sincerarnos cada uno con nosotros mismos en nuestra verdad.
El texto del Evangelio de este día nos marca como la pautas a seguir.
Nos señala el estilo de vida que puede madurarnos en la nueva Pascua.
Es una llamada a la verdad y no a la mentira.
Es una llamada a la sinceridad y no a la hipocresía
Es una llamada a la interioridad del corazón y no al exhibicionismo.
Lo importante no es lo que los hombres puedan ver en nosotros.
Lo realmente importante es lo que Dios ve en lo secreto de nuestro corazón.
No son los cambios de terno, sino los cambios de espíritu.
No son los cambios de maquilla sino los cambios de ser.
"Somos un pueblo de que camina”. Somos caminantes y nuestra cita es la Pascua. Allá nos veremos."
Clemente Sobrado C.P.
www.iglesiaquecamina.com
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Tenemos que ser luz para los que no ven.
Tenemos que llevar una esperanza a quienes ya la han perdido.
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