Evitar el olvido y sacudir la memoria histórica italiana es el objetivo de ´Cuando murió mi padre´, una exposición que recoge el testimonio de niños eslovenos en campos de concentración italianos.
El horror y las penurias sufridas por niños eslovenos en campos de concentración italianos durante la II Guerra Mundial quedan reflejados en dibujos y cartas de algunos de los que consiguieron sobrevivir y que se reúnen en una exposición presentada en Roma.
Evitar el olvido y sacudir la memoria histórica italiana es el objetivo de "Cuando murió mi padre", una exposición que recoge hasta el próximo 30 de mayo en la Casa de la Memoria y de la historia de Roma el testimonio de niños eslovenos que entonces tenían entre 7 y 13 años y que plasmaron los traumas sufridos en los campos de concentración del norte de Italia.
Con 26 paneles que recogen las palabras, trazos y colores reflejados por los niños después de septiembre de 1943, cuando los partisanos liberaron el norte de la entonces Yugoslavia, la muestra presenta con sencillez la cruda realidad que tuvieron que sufrir las poblaciones sometidas al fascismo italiano.
Unos testimonios espontáneos en los que el miedo, el frío, el hambre o el desgarro traspasan los recuerdos de aquellos niños para presentarlos setenta años después.
"Aquí se explica y vemos la guerra desde el lenguaje de los niños. Lo más rico e importante es que ellos cuentan con una memoria sin manipulación, su mensaje no tiene construcción política", dijo a Efe el comisario de la exposición, Dario Mattiusi.
De hecho, el nombre de la misma -"Cuando murió mi padre"- fue elegido de un fragmento de una carta de uno de los niños.
Los recuerdos de Ivanka, Slavka, Marjon, Drago, Nada o Vera se esbozan en "Antes de ser internados", "La llegada a las barracas", "Hambre en Treviso", "La inundación del campo de Rab" o "Qué cosas comimos", algunos de los títulos de sus dibujos y cartas, en cuyas simples palabras aún se reflejaba el sufrimiento vivido.
También plasman con ternura sus memorias antes de que llegaran los hombres de Mussolini y la ilusión vivida el día en el que fueron liberados de los campos.
Un internamiento cuyas consecuencias arrastrarían toda su vida, como expresa en una misiva tras la muerte de su madre por el hambre vivido Ferdinand Troha, quien escribe: "¡Qué cosa no habrán hecho estos malditos italianos!".
Mattiusi explicó que las escuelas eslovenas fomentaron que los niños plasmaran sus recuerdos para de ese modo poder superar el trauma vivido, y estos testimonios se han conservado hasta hoy en el Archivo del Estado Esloveno.
"En la memoria civil, la guerra siempre se ha explicado desde el campo de batalla, a través de hombres, pero para entenderla en su totalidad son necesarias otras visiones, como en este caso la de los niños", argumentó.
Para Mattiusi, en Italia ha existido una cierta reticencia a incorporar sus propios "pecados" en la historia oficial, pero poco a poco se van dando pasos para romper este silencio.
"Los historiadores la conocen pero en la sociedad es necesario que no sólo esté presente la historia de los alemanes, sino también de la propia Italia", aseguró.
Por ello, el objetivo de la exposición, que ha pasado previamente por otras ciudades italianas, eslovenas y austríacas y que aterrizará después de Roma en la región norteña de Trieste, no es sólo la divulgación sino también "combatir la falta de memoria" en la sociedad civil.
"Poco a poco la historia oficial italiana va aceptando e incluyendo esta historia propia, que es necesaria no sólo en los libros sino también en las escuelas y en el imaginario colectivo", opinó Mattiusi.
Junto a las obras de los niños, se exponen varios retratos de Stane Kumer y el listado con los nombres y apellidos de los 143 niños eslovenos que fueron internados en los campos de concentración italianos de la II Guerra Mundial, liberados por los partisanos del general yugoslavo Tito en septiembre de 1943.
EFE/Marian Rosado
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