Solo el centro de bádminton es una excepción entre todas las instalaciones olímpicas situadas fuera del complejo: ha sido transformado en un teatro.
Diez años después de la espectacular ceremonia de apertura de los Juegos Olímpicos de Atenas, la mayoría de las instalaciones olímpicas han quedado abandonadas a su suerte y los griegos cuestionan el legado de un evento deportivo que, salvo deudas, poco beneficio ha traído a la población.
La calidad artística de la ceremonia inaugural, el 13 de agosto de 2004, había logrado acallar las críticas de los medios internacionales que auguraban un caos organizativo.
Durante los dieciséis días que duraron los Juegos los griegos tuvieron muchas razones para estar orgullosos: las competiciones se desarrollaron sin ningún problema, los atletas griegos cosecharon un número récord de medallas, incluso el escándalo de dopaje de los dos velocistas más importantes del atletismo nacional, Kostas Kenteris y Katerina Zanu, se había olvidado.
Diez años después, la mayoría de las instalaciones olímpicas no se usan y muchas de ellas incluso son inutilizables por falta del mantenimiento necesario.
DEUDAS Y MÁS DEUDAS
La emblemática cúpula del estadio olímpico de Atenas, diseñada por el arquitecto español Santiago Calatrava, que costó 130 millones de euros, necesita 9,5 millones de euros para los trabajos de mantenimiento necesarios, pero, en tiempos de crisis económica, el Ministerio de Cultura y Deportes tiene otras prioridades.
"Lo único que queda de los Juegos Olímpicos son las deudas", dice a Efe Damianós Manologlu, un propietario de restaurante retirado.
Manologlu lamenta la ausencia de un plan de utilización posterior y piensa que "los Juegos no deberían de haber sido organizados por Atenas a causa de su coste elevado".
EFE
Comparte esta noticia