Constantemente nos hacemos preguntas sobre cómo nos afecta y hasta qué punto nos puede alterar el ruido. Lo primero que tenemos que tener claro es qué es el ruido, y lo definiremos como aquellos sonidos que interfieren en la actividad humana diaria: el estudio, el trabajo, la comunicación, el descanso, etc.
Constantemente nos hacemos preguntas sobre cómo nos afecta y hasta qué punto nos puede alterar el ruido. Lo primero que tenemos que tener claro es qué es el ruido, y lo definiremos como aquellos sonidos que interfieren en la actividad humana diaria: el estudio, el trabajo, la comunicación, el descanso, etc.
Para hablar de cómo nos afecta el ruido en un ambiente normal de convivencia (lo que hacemos cotidianamente) hablaremos por separado del día y de la noche.
Durante el día nos encontramos con una serie de sonidos que entendemos como ruido cuando no podemos comunicarnos con otras personas, bien porque no nos oyen o bien porque no los oímos nosotros. Nos ocurre hablando, en el ambiente laboral, cuando estudiamos o cuando no podemos prestar atención a cualquier actividad que estemos realizando.
Los sonidos más molestos: altos e intermitentes
Los sonidos que normalmente nos molestan más son lo que tienen un nivel alto, superior a 80 dBA, y son intermitentes. ¿Son estos perjudiciales para la salud auditiva? La respuesta es que si tenemos una exposición temporal moderada, no, es decir, no lo son si los oímos un rato durante el día y a lo largo de la semana, de vez en cuando.
La medida de cuánto es perjudicial se observa en la legislación laboral, en la que se establece que un trabajador expuesto a un sonido con un nivel inferior o igual a 80 dBA durante una jornada laboral de ocho horas no tiene riesgo de pérdida de audición.
En las ciudades, en términos generales, los niveles de exposición son inferiores. Respecto a otros efectos nocivos, la Organización Mundial de la Salud ha detectado que las principales molestias debidas al ruido se producen sobre todo en las aglomeraciones, ejes viarios y aeropuertos.
En nuestras casas tenemos varios tipos de sonidos, los externos –que pueden venir de la calle o de nuestros vecinos– y los propios –que son los que menos nos molestan–.
Cuando percibimos los primeros en niveles que casi coinciden con el exterior significa que tenemos un mal aislamiento acústico de nuestros cerramientos (y, por lo tanto, también térmico). El ruido se suele colar por juntas, sobre todo por las ventanas que tienen un mal cierre, y por las cajas de persianas. La solución está en mejorar la estanqueidad de las ventanas, o bien añadir una doble ventana. En cuanto a las cajas de persianas, existen tratamientos realizados por empresas del sector que permiten insonorizarlas.
¿Qué ocurre durante la noche?
Por la noche lo percibimos más porque se ha eliminado parte del ruido de fondo que existe durante el día y es entonces cuando empezamos a oír los sonidos que antes no se escuchaban y que se hacen evidentes. El nivel sonoro recomendado por la OMS es de 30 dBA en los dormitorios, que es el equivalente a la ausencia de ruido –cuando no hay, el nivel se sitúa entre los 25 y 30 dBA–. Entonces los sonidos tienen un componente psicológico de molestia porque se hacen más evidentes.
Si el sonido se produce dentro de nuestra vivienda, se localiza la fuente que lo produce y normalmente se resuelve. Sin embargo, si el ruido proviene del exterior, bien de un vecino o bien de la calle, la forma de proceder es diferente.
Las ciudades o las comunidades autónomas disponen de ordenanzas que regulan el nivel sonoro nocturno producido, tanto en la calle, como el que llega al interior de nuestra vivienda.
Dentro de nuestra casa
El nivel permitido en el interior de las casas producido por un sonido exterior no puede superar los 25 a 30 dBA en los dormitorios, y así lo recogen la mayor parte de las ordenanzas de las ciudades de España. Si hubiera un nivel superior causado, por ejemplo, por un vecino, lo más recomendable es hacérselo saber, ya que muchas veces el oído humano no es consciente de lo que un ruido puede molestar a otra persona. En cualquier caso, la Policía Municipal siempre puede ayudar teniendo en cuenta la legislación de cada municipio.
Como se desprende de lo comentado en el párrafo anterior, los niveles de ruido son más bien bajos, inferiores a 50 dBA en la mayoría de los casos, por lo que no tienen el nivel acústico necesario producir patologías auditivas. Sin embargo el efecto que produce sobre la perturbación del sueño es lo que realmente perjudica a la salud y donde se ven sus efectos adversos.
El nivel sonoro de las ciudades durante el día y la exposición temporal a la que habitualmente nos encontramos sometidos no afectan a la pérdida de oído más allá de lo que es la presbiacusia (pérdida auditiva debido a la edad).
Y durante la noche, el problema que se puede dar por el ruido no afecta tampoco a la capacidad auditiva, pero sí trae consigo trastornos del sueño. Sin embargo, siempre estaremos más expuestos si vivimos en una ciudad con grandes aglomeraciones, ejes viarios, ferroviarios o aeropuertos.
José Luis González Cespón, Proyectos en la Ingeniería. Especialista en Acústica Aplicada, Universidade de Vigo
Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.
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