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¿Cuándo es recomendable operarse de la vista?

La cirugía refractiva es aquella que se realiza para corregir los errores refractivos
La cirugía refractiva es aquella que se realiza para corregir los errores refractivos | Fuente: Freeimages

La cirugía refractiva es aquella que se realiza para corregir los errores refractivos en los cuales se engloban la miopía, la hipermetropía, el astigmatismo y la presbicia, también conocida como vista cansada.

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Ana Díaz Cortés, Universitat Politècnica de Catalunya - BarcelonaTech y Carlos Fresno Cañada, Universitat Politècnica de Catalunya - BarcelonaTech

La cirugía refractiva es aquella que se realiza para corregir los errores refractivos en los cuales se engloban la miopía, la hipermetropía, el astigmatismo y la presbicia, también conocida como vista cansada.

Esta cirugía está indicada para las personas que lleven gafas o lentes de contacto y que quieran prescindir de ellas o bien reducir el grado de ametropía (error de refracción) cuando eliminarla por completo no sea posible.

A pesar de que la forma más común y popularmente conocida sea la técnica láser, no siempre es la más indicada y la única que se realiza. De hecho, existen varios procedimientos que no se realizan únicamente sobre la córnea si no que se efectúan sobre la esclerótica (recubrimiento exterior blanco del ojo), en la lente del cristalino o dentro de la cámara anterior del ojo.

En este artículo vamos a responder a algunas de las preguntas más habituales con los datos científicos más recientes.

¿Cuándo es conveniente realizarla?

Se puede realizar a cualquier edad pero debido al desarrollo visual de la persona y los cambios sujetos a dicho proceso, es aconsejable que el paciente tenga más de 18 años. Además, es conveniente tener una refracción estable durante el último año y no presentar una patología ocular que pueda interferir en la cirugía o incluso empeorar el resultado.

La persona que quiera someterse a este tipo de cirugía deberá presentar, por lo tanto, unas condiciones oculares que variarán en función de la graduación que se desee eliminar y de la técnica que se vaya a realizar. No todos los pacientes son óptimos para todas las técnicas.

Otra condición a tener en cuenta es que la cirugía refractiva no va a solucionar, por ejemplo, la ambliopía (ojo vago). En estos casos, la condición se debe a un problema relacionado con el neurodesarrollo ocular, por lo que la cirugía refractiva eliminará la graduación en el mejor de los casos pero la persona intervenida mantendrá las visiones máximas que tenía con sus gafas.

Por ejemplo, imaginemos la situación de un hombre de 25 años con - 3.00 de miopía en el ojo derecho con una visión con gafas del 100 % y con - 6.00 de miopía en el ojo izquierdo con una visión del 50 %. Si esta persona es intervenida con cirugía refractiva, al mes de la operación (si ha sido exitosa) tendrá una visión con el ojo derecho del 100 % y del 50 % en el izquierdo sin gafas. Es decir, tendrá exactamente la misma visión que cuando llevaba las gafas, con la única ventaja de que ahora ya no depende de ellas.

Por eso en la mayoría de las ocasiones se desaconseja este tipo de cirugías a personas con ambliopía o visión monocular, ya que las personas adecuadas para este tipo de cirugías deben tener una expectativa razonable de éxito, el cual dependerá de la edad del paciente y el error refractivo en mayor medida.

Cirugía refractiva para mejorar la agudeza visual

Por otro lado, antes de someterse a una cirugía refractiva, el paciente debe pasar por unas pruebas oftalmológicas y optométricas. El objetivo es conocer su idoneidad y la técnica quirúrgica más apropiada.

Se realizará un examen médico ocular completo y, una vez valorada la idoneidad de la persona a intervenir y escogida la técnica quirúrgica más apropiada, se le explicará al paciente el procedimiento, que puede ser de distintos tipos.

En todos los casos, sea cual sea la técnica quirúrgica que se vaya a realizar, se le aplican al paciente gotas anestésicas locales. Además, una vez en la camilla quirúrgica se utiliza un blefaróstato para evitar que pueda parpadear durante el proceso quirúrgico. Todas las cirugías son ambulatorias, lo que permiten que el paciente esté en su domicilio a las pocas horas de la intervención. Veamos hasta donde ha conseguido la ciencia mejorar nuestra visión:

  1. Queratotomía radial. La primera técnica apareció en los años 70 y solamente está destinada a corregir la miopía. Consiste en realizar unos cortes en forma radial alrededor de la cornea manteniendo el centro libre. Según el número de cortes, la profundidad y la longitud, se corregirá mayor o menor error refractivo, ya que estos cortes producirán un aplanamiento de la córnea.

  2. PRK (Photorefractive keratectomy). Este procedimiento quirúrgico utiliza una solución especial alcohólica para eliminar el epitelio corneal. A continuación, el oftalmólogo aplica el láser excímer según las necesidades del paciente. Una vez que finaliza el procedimiento quirúrgico se le aplica al paciente una lente de contacto terapéutica hasta que el epitelio corneal se regenere. La visión se recupera de manera progresiva, incluso hasta los 3 o 6 meses de la cirugía.

  3. LASIK (Laser assisted in Situ Keratomileusis). Esta técnica consiste en realizar un corte del epitelio (capa delgada de tejido que cubre los órganos) y parte de estroma (matriz extracelular de un órgano) del grosor de un papel con un instrumento de corte llamado microtomo o con un láser en la parte central de la córnea.

    Posteriormente, con el láser excimer el oftalmólogo realiza el moldeo corneal en esa zona descubierta en función de todos los parámetros preoperatorios estudiados. Una vez realizado el moldeo con el láser se vuelve a colocar la solapa corneal en su lugar para que se adhiera en unos 2 o 3 minutos. Normalmente los pacientes recuperan la visión a las pocas horas de la intervención, un proceso muy gratificante para ellos.

  4. LASEK (Laser Assisted Subepithelial Keratomileusis). Está técnica incluye un poco de LASIK y un poco de PRK. Como en la PRK, se separa el epitelio corneal del estroma subyacente, pero en lugar de eliminarlo por completo, aparta un colgajo ultrafino lateralmente.

    Posteriormente aplica el láser para realizar el tratamiento necesario y, cuando finaliza, se adhiere nuevamente el colgajo corneal. También se coloca una lente de contacto terapéutica en el tratamiento postquirúrgico.

Normalmente el cirujano efectuará una visita postoperatoria al día siguiente del procedimiento y programará otras adicionales en función de la respuesta de la persona intervenida, del tipo de intervención y de si se produce alguna reacción adversa o complicación.

¿Operar o continuar con gafas?

Como en cualquier cirugía, existe un riesgo y puede que no en todos los casos se recupere la visión al máximo. Este porcentaje es muy pequeño, pero existe. Los estudios publicados actualmente afirman que, a los siete u ocho años de la cirugía, entre un 40 y un 55 % pierden dos líneas de visión y requieren de reintervenciones (en el caso que sea posible) o de prescripción de gafas o lentillas.

Además de la posible regresión de graduación también hay que tener en cuenta los posibles síntomas más comunes de esta intervención, como ojo seco, ectasia corneal, dolor ocular, edema corneal, halos o deslumbramiento, etc.

Pero actualmente las investigaciones están desarrollando modelos para evitar las principales secuelas. Entre ellas destacan los halos o destellos de las lentes intraoculares y el ojo seco de los pacientes intervenidos por láser. Además, también hay en marcha otros modelos para poder corregir la vista cansada mediante láser.

Mientras tanto, estas son las opciones disponibles para llevar a cabo una cirugía que, considerada estética, todavía no está cubierta por la sanidad pública ya que, en la gran mayoría de los casos, la miopía, el astigmatismo, la hipermetropía y la presbicia se pueden corregir con el uso de gafas o lentillas.


Carlos Fresno Cañada, doctorando en la Universidad Politécnica de Cataluña y experto en estrabismo y trastornos neurológicos en el Servicio de Oftalmología del Hospital San Juan de Dios de Barcelona, ha colaborado en la elaboración de este artículo.The Conversation

Ana Díaz Cortés, Profesora Asociada de la Facultad de Óptica y Optometría de Terrassa / Optometrista pediátrica en el Hospital Sant Joan de Déu, Universitat Politècnica de Catalunya - BarcelonaTech y Carlos Fresno Cañada, Optometría pediátrica en Hospital Sant Joan de Déu, Universitat Politècnica de Catalunya - BarcelonaTech

Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.

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