En las afueras del céntrico hotel capitalino Crowne Plaza, animadores y pantallas gigantes transmitían el entusiasmo del triunfo a más de 30.000 chilenos que se agruparon a la espera del mandatario electo.
"Es primera vez que yo y mi familia celebramos un triunfo político", dijo Constanza Espinoza, partidaria del presidente electo Sebastián Piñera, millonario empresario opositor que este domingo condujo a la derecha chilena al poder, tras 52 años sin ganar en las urnas.
Constanza, de 25 años y perteneciente a una familia derechista, es parte de la generación de jóvenes nacida durante los últimos años del régimen militar de Augusto Pinochet (1973-1990), por lo que no tiene recuerdos de esa era y creció en la transición democrática, es decir dos décadas bajo el gobierno de la Concertación.
En las afueras del céntrico hotel capitalino Crowne Plaza -sede de campaña de Piñera- animadores y pantallas gigantes transmitían el entusiasmo del triunfo a más de 30.000 chilenos que se agruparon frente a la gran bandera chilena instalada sobre el escenario que esperaba al mandatario electo.
Y en medio del festejo, un busto en yeso del general Pinochet, portando la banda presidencial blanca, azul y roja, era levantado en hombros por un hombre, que la exhibía con orgullo.
Hacía pocas horas Piñera, un empresario millonario de 60 años, había vencido en la segunda vuelta al oficialista ex presidente Eduardo Frei.
Por las calles, los vendedores ambulantes hacían el negocio del mes: réplicas de la banda presidencial y banderas con la frase "Piñera Presidente" se vendían por centenas a mil pesos (dos dólares) cada una, contrastando con viejos afiches pegados en las murallas del centro que decían "Piraña: Chile no se vende", aludiendo a su carácter de empresario.
Con la euforia de celebrar por primera vez una elección presidencial, la derecha no escatimó en gastos, tampoco en gritos, aplausos y alegría. Celebraciones con champaña, abrazos por doquier y varios vestidos con trajes de fiesta era la panorámica que se observaba dentro del hotel donde se concentraba el comando ganador.
Todos querían sentirse parte del triunfo: "Ganamos, hueón, ganamos", se decían alegres los simpatizantes usando la típica muletilla chilena.
Y en los pasillos del hotel, no faltó quienes buscaban fotografiarse con los integrantes de la familia Piñera, quienes se paseaban dispersos por todos los rincones saludando a los adherentes, artistas, políticos y prensa.
Tras 52 años que la derecha no llegaba al poder por las urnas, tras 17 años de régimen militar y tras 20 años de la coalición de centro izquierda en el gobierno, los adherentes derechistas tenían una celebración contenida que terminó desbordándose en esa euforia.
Signo de los ganadores: caravanas en descapotables y también celebración a bordo de los Hummers, esos vehículos lujosos y ostentosos todo terreno.
Luego la locura se acentuó cuando el candidato llegó al estrado para el discurso de la victoria, "esa nueva etapa para el país".
Tras la larga espera, la derecha había regresado.
AFP
Constanza, de 25 años y perteneciente a una familia derechista, es parte de la generación de jóvenes nacida durante los últimos años del régimen militar de Augusto Pinochet (1973-1990), por lo que no tiene recuerdos de esa era y creció en la transición democrática, es decir dos décadas bajo el gobierno de la Concertación.
En las afueras del céntrico hotel capitalino Crowne Plaza -sede de campaña de Piñera- animadores y pantallas gigantes transmitían el entusiasmo del triunfo a más de 30.000 chilenos que se agruparon frente a la gran bandera chilena instalada sobre el escenario que esperaba al mandatario electo.
Y en medio del festejo, un busto en yeso del general Pinochet, portando la banda presidencial blanca, azul y roja, era levantado en hombros por un hombre, que la exhibía con orgullo.
Hacía pocas horas Piñera, un empresario millonario de 60 años, había vencido en la segunda vuelta al oficialista ex presidente Eduardo Frei.
Por las calles, los vendedores ambulantes hacían el negocio del mes: réplicas de la banda presidencial y banderas con la frase "Piñera Presidente" se vendían por centenas a mil pesos (dos dólares) cada una, contrastando con viejos afiches pegados en las murallas del centro que decían "Piraña: Chile no se vende", aludiendo a su carácter de empresario.
Con la euforia de celebrar por primera vez una elección presidencial, la derecha no escatimó en gastos, tampoco en gritos, aplausos y alegría. Celebraciones con champaña, abrazos por doquier y varios vestidos con trajes de fiesta era la panorámica que se observaba dentro del hotel donde se concentraba el comando ganador.
Todos querían sentirse parte del triunfo: "Ganamos, hueón, ganamos", se decían alegres los simpatizantes usando la típica muletilla chilena.
Y en los pasillos del hotel, no faltó quienes buscaban fotografiarse con los integrantes de la familia Piñera, quienes se paseaban dispersos por todos los rincones saludando a los adherentes, artistas, políticos y prensa.
Tras 52 años que la derecha no llegaba al poder por las urnas, tras 17 años de régimen militar y tras 20 años de la coalición de centro izquierda en el gobierno, los adherentes derechistas tenían una celebración contenida que terminó desbordándose en esa euforia.
Signo de los ganadores: caravanas en descapotables y también celebración a bordo de los Hummers, esos vehículos lujosos y ostentosos todo terreno.
Luego la locura se acentuó cuando el candidato llegó al estrado para el discurso de la victoria, "esa nueva etapa para el país".
Tras la larga espera, la derecha había regresado.
AFP
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