Benedicto XVI dijo que este mundo, "marcado por la indiferencia religiosa, secularización, indiferencia, relativismo y el hedonismo", necesita una nueva evangelización.
Benedicto XVI denunció la "creciente aversión" hacia el cristianismo en la sociedad actual y dijo que este mundo, "marcado por la indiferencia religiosa, la secularización, la indiferencia, el relativismo y el hedonismo", necesita una nueva evangelización.
El Papa así lo manifestó en la basílica de San Pablo Extramuros, en las afueras de Roma, donde clausuró la Semana de Rezos por la Unidad de los Cristianos, y en la que, ante representantes católicos, ortodoxos y protestantes, volvió a hacer un llamamiento en favor de la unidad de los cristianos.
El Papa Ratzinger, cuyo Pontificado tiene como uno de sus ejes la promoción de la unidad de los cristianos, afirmó que en el anuncio del Evangelio se ve la contradicción de la división de los seguidores de Cristo y se preguntó: ¿Como podrán los incrédulos acoger el anuncio del Evangelio si los cristianos están en desacuerdo entre ellos?".
El Obispo de Roma agregó que la unidad y comunión de todos los discípulos de Cristo es imprescindible para dar una mayor credibilidad de su testimonio.
"En un mundo marcado por la indiferencia religiosa e incluso por una creciente aversión hacia la fe cristiana es necesario una nueva, intensa, actividad de evangelización, no sólo entre los pueblos que jamás han conocido el Evangelio, sino también en aquellos donde el cristianismo es parte de su historia", subrayó el Papa.
El Pontífice agregó que, "por desgracia", no faltan temas que dividen a los cristianos y que espera que puedan superarse a través del rezo y del diálogo.
"Mientras recorremos ese camino hacia la plena unidad, tenemos que ofrecer un testimonio común ante los desafíos de nuestro tiempo, como son la secularización, la indiferencia, el relativismo, el hedonismo, los delicados temas éticos sobre el principio y el fin de la vida, los límites de la ciencia y de la tecnología y el diálogo con las otras religiones", aseguró.
Benedicto XVI manifestó también que los cristianos deben dar un testimonio común en el campo de la salvaguardia de la naturaleza, la promoción del bien común y de la paz, la defensa de la centralidad del ser humano, el compromiso para derrotar "las miserias de nuestro tiempo como son el hambre, la indigencia, el analfabetismo y la distribución ecuánime de los bienes".
"¡Que todos (los cristianos) seamos la misma cosa para que el mundo crea!", abogó el Papa.
Oriente y Occidente se separaron con el cisma de 1054, con las excomuniones del papa León IX y del patriarca Miguel Celurario.
Les separan razones teológicas, como el rechazo de los ortodoxos al primado de la Iglesia de Roma y la negativa de la infalibilidad del Papa.
Los ortodoxos no reconocen la validez de los sacramentos católicos, al contrario que la Iglesia católica que sí admite, desde el Vaticano II, los de la Iglesia ortodoxa.
Además, los ortodoxos culpan a Roma de proselitismo y de intentar expandirse en territorios hasta ahora bajo su control.
Antes del gran cisma se produjo otra escisión, la de los cristianos armenios, que vivieron en comunión con Roma hasta el año 491, cuando abrazaron las tesis del monofisismo, según la cual Cristo sólo tenía una naturaleza, la divina, y era hombre sólo en apariencia.
El Concilio de Calcedonia de 451 condenó el monofisismo y definió la doble naturaleza de Cristo, humana y divina, unidas sustancialmente en una sola persona divina.
Los armenios no lo reconocieron y así nació la Iglesia Armenia, a la que no se puede llamar ortodoxa porque es anterior al cisma de 1054.
Benedicto XVI destacó también hoy la figura de San Pablo, cuyas huellas seguirá los próximos 17 y 18 de abril, cuando viaje a Malta con motivo del 1.950 aniversario del naufragio del Apóstol en el archipiélago mediterráneo que, según la tradición, se produjo en el año 60 durante su viaje hacia Roma.
Esta será la tercera vez que un Pontífice viaja a Malta, tras las visitas de Juan Pablo II en 1990 y 2001, siempre siguiendo las huellas del Apóstol de los Gentiles. EFE
El Papa así lo manifestó en la basílica de San Pablo Extramuros, en las afueras de Roma, donde clausuró la Semana de Rezos por la Unidad de los Cristianos, y en la que, ante representantes católicos, ortodoxos y protestantes, volvió a hacer un llamamiento en favor de la unidad de los cristianos.
El Papa Ratzinger, cuyo Pontificado tiene como uno de sus ejes la promoción de la unidad de los cristianos, afirmó que en el anuncio del Evangelio se ve la contradicción de la división de los seguidores de Cristo y se preguntó: ¿Como podrán los incrédulos acoger el anuncio del Evangelio si los cristianos están en desacuerdo entre ellos?".
El Obispo de Roma agregó que la unidad y comunión de todos los discípulos de Cristo es imprescindible para dar una mayor credibilidad de su testimonio.
"En un mundo marcado por la indiferencia religiosa e incluso por una creciente aversión hacia la fe cristiana es necesario una nueva, intensa, actividad de evangelización, no sólo entre los pueblos que jamás han conocido el Evangelio, sino también en aquellos donde el cristianismo es parte de su historia", subrayó el Papa.
El Pontífice agregó que, "por desgracia", no faltan temas que dividen a los cristianos y que espera que puedan superarse a través del rezo y del diálogo.
"Mientras recorremos ese camino hacia la plena unidad, tenemos que ofrecer un testimonio común ante los desafíos de nuestro tiempo, como son la secularización, la indiferencia, el relativismo, el hedonismo, los delicados temas éticos sobre el principio y el fin de la vida, los límites de la ciencia y de la tecnología y el diálogo con las otras religiones", aseguró.
Benedicto XVI manifestó también que los cristianos deben dar un testimonio común en el campo de la salvaguardia de la naturaleza, la promoción del bien común y de la paz, la defensa de la centralidad del ser humano, el compromiso para derrotar "las miserias de nuestro tiempo como son el hambre, la indigencia, el analfabetismo y la distribución ecuánime de los bienes".
"¡Que todos (los cristianos) seamos la misma cosa para que el mundo crea!", abogó el Papa.
Oriente y Occidente se separaron con el cisma de 1054, con las excomuniones del papa León IX y del patriarca Miguel Celurario.
Les separan razones teológicas, como el rechazo de los ortodoxos al primado de la Iglesia de Roma y la negativa de la infalibilidad del Papa.
Los ortodoxos no reconocen la validez de los sacramentos católicos, al contrario que la Iglesia católica que sí admite, desde el Vaticano II, los de la Iglesia ortodoxa.
Además, los ortodoxos culpan a Roma de proselitismo y de intentar expandirse en territorios hasta ahora bajo su control.
Antes del gran cisma se produjo otra escisión, la de los cristianos armenios, que vivieron en comunión con Roma hasta el año 491, cuando abrazaron las tesis del monofisismo, según la cual Cristo sólo tenía una naturaleza, la divina, y era hombre sólo en apariencia.
El Concilio de Calcedonia de 451 condenó el monofisismo y definió la doble naturaleza de Cristo, humana y divina, unidas sustancialmente en una sola persona divina.
Los armenios no lo reconocieron y así nació la Iglesia Armenia, a la que no se puede llamar ortodoxa porque es anterior al cisma de 1054.
Benedicto XVI destacó también hoy la figura de San Pablo, cuyas huellas seguirá los próximos 17 y 18 de abril, cuando viaje a Malta con motivo del 1.950 aniversario del naufragio del Apóstol en el archipiélago mediterráneo que, según la tradición, se produjo en el año 60 durante su viaje hacia Roma.
Esta será la tercera vez que un Pontífice viaja a Malta, tras las visitas de Juan Pablo II en 1990 y 2001, siempre siguiendo las huellas del Apóstol de los Gentiles. EFE
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