El rey Carlos III continuará con sus funciones como jefe de Estado, pero se alejará de sus compromisos públicos durante su tratamiento, informó en un comunicado el Palacio de Buckingham
Tras siete décadas a la sombra de su legendaria madre, el rey Carlos III, que ha sido diagnosticado de un tipo de cáncer no especificado, se enfrenta ahora a la enfermedad, apenas un año y medio después de haber asumido la corona británica.
El diagnóstico de cáncer supone un duro revés para el monarca, con un reinado que apenas había despegado y que hasta el momento ha ejercido con solvencia y sobriedad.
Por muy proverbial que sea la longevidad de los Windsor (sus progenitores casi alcanzaron el siglo), los 73 años de Carlos cuando ascendió al trono, el 8 de septiembre de 2022, llevaron a algunos a hablar de un reinado de transición, tras el cual la corona pasará a su primogénito, Guillermo.
El pasado 26 de enero, el rey Carlos III fue intervenido de un agrandamiento de próstata benigno tras reconocer abiertamente su afección, con el fin de concienciar a la ciudadanía de someterse a controles.
Ahora, encara con la misma franqueza el diagnóstico de cáncer, del que, pese a todo, solo se sabe que no se trata de próstata.
En el comunicado en que reveló la enfermedad, Buckingham destacó que Carlos "ha elegido compartir su diagnóstico para evitar las especulaciones y con la esperanza de que pueda ayudar a la comprensión ciudadana hacia todos aquellos en el mundo que están afectados por el cáncer".
Una vida marcada por tres mujeres
La vida de Carlos Felipe Arturo Jorge de Windsor ha estado definida por tres mujeres: su madre Isabel, su exmujer Diana de Gales y su esposa, la reina Camila.
Si Isabel le legó una monarquía consolidada en los turbulentos tiempos de la posguerra y del fin del imperio, el fallido matrimonio con la difunta Diana de Gales determinó en buena medida la imagen pública de Carlos en el Reino Unido y más allá.
Camila, mientras, ha pasado de ser la responsable de acabar con el cuento de hadas entre Carlos y Diana a ser aceptada como el gran amor de la vida del monarca, tras una operación para amabilizar su figura, en la que el Palacio de Buckingham no ha escatimado recursos.
Nacido el 14 de noviembre de 1948, Carlos ha pasado a la historia como el heredero que más tiempo aguardó para convertirse en monarca del Reino Unido y parte de las antiguas colonias que forman la Mancomunidad de Naciones (Commonwealth).
Dedicó ese larga espera a la filantropía, la espiritualidad y a su compromiso con el medio ambiente, aunque fueron la separación de Diana, en 1992, y el matrimonio con Camila, en 2005, lo que le atrajo más titulares de la siempre ávida prensa británica.
Imborrables son sus imágenes caminando junto a sus hijos, Guillermo y Enrique, tras el féretro de Diana de Gales cuando esta falleció en accidente de tráfico en París, en 1997. El contraste no podía ser mayor con las que 16 años antes difundieron las televisiones de todo el mundo, cuando ambos contrajeron matrimonio en la londinense catedral de San Pablo, en una de las bodas del siglo.
Una infancia de estudio y timidez
Carlos III pasó una infancia marcada por su timidez y por la frialdad de las relaciones en palacio, con un padre estricto y una madre distante.
A los nueve años se convirtió en el primer heredero al trono que acudía al colegio, en lugar de ser educado por tutores privados en Buckingham, y pasó una traumática temporada en el internado escocés de Gordonstoun, donde, según algunos biógrafos, sufrió acoso por parte de sus compañeros.
Con estancias estudiantiles en Melbourne (Australia) o Gales, Carlos ingresó en la Universidad de Cambridge para estudiar Arqueología y Antropología, tras lo cual inició el entrenamiento como piloto de la Real Fuerza Aérea (RAF) y también sirvió en la Marina (Royal Navy).
Investido formalmente príncipe de Gales el 1 de julio de 1969, su gran día llegó hace nueve meses, el 6 de mayo de 2023, cuando en una magna ceremonia difundida en todo el mundo fue coronado oficialmente en la Abadía de Westminster. EFE
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