Las protestas en Hong Kong se han sucedido durante casi cuatro meses y han mutado hasta convertirse en un movimiento que busca una mejora de los mecanismos democráticos que la rigen y una oposición al autoritarismo de Pekín.
La Jefa del Ejecutivo de Hong Kong, Carrie Lam, dobló este viernes su apuesta para desactivar las protestas que se suceden en la ciudad semiautónoma con la probación de una ley de emergencia que prohibirá desde esta medianoche el uso de máscaras con las que los manifestantes ocultan su identidad.
Lam compareció en rueda de prensa para anunciar esta controvertida medida, para la cual ha tenido que echar mano de una ley de la época colonial británica, la de Regulaciones de Emergencia, que no se aplicaba desde 1967, y que puede otorgar poderes más amplios al Gobierno sin tener que pasar por el Legislativo.
Penas y multas
La medida anunciada este viernes constituye como delito el uso de máscaras bajo penas de hasta un año de prisión y multas de hasta 25.000 dólares hongkoneses (3.188 dólares).
Y, en caso de sospecha de que un manifestante tiene la intención de ocultar su identidad con una careta, la Policía podrá exigir su retirada o la persona tendrá que enfrentarse a una pena de seis meses de presión y ser multado con 10.000 dólares hongkoneses (1.275 dólares).
"Las protestas se suceden desde hace cuatro meses. La violencia de los manifestantes ha aumentado, alcanzando un nivel alarmante en los últimos días. Han provocado heridos y situaciones caóticas y de pánico. La gente está preocupada", dijo Lam al justificar su decisión, que aseguró tiene como objetivo "crear un efecto disuasorio" capaz de "restaurar el orden" en la ciudad financiera.
Así, la medida podría avivar aún más las protestas en la ciudad financiera, y cientos de personas ya se han echado este viernes a las calles del distrito financiero de Central para protestar contra esta ley coreando eslóganes como "Hong Kong, resiste".
Buscan mejoras y rechazan autoritarismo
Las protestas en Hong Kong, que se convirtieron en masivas en junio a raíz de una polémica propuesta de ley de extradición, se han sucedido durante casi cuatro meses y han mutado hasta convertirse en un movimiento que busca una mejora de los mecanismos democráticos que la rigen y una oposición al autoritarismo de Pekín.
No obstante, algunos manifestantes han optado por tácticas más radicales que la protesta pacífica y los enfrentamientos violentos con la Policía son habituales.
La última de oleada de enfrentamientos se produjo el pasado 1 de Octubre, día en que la China comunista celebraba el septuagésimo aniversario de su fundación, jornada que se saldó con el arresto de 269 personas en Hong Kong.
Ese día, los manifestantes más radicales crearon barricadas y les prendieron fuego, lanzaron incontables cócteles molotov, y vandalizaron estaciones de metro, oficinas gubernamentales, tiendas y al menos un despacho de una organización pro-Pekín.
En respuesta, los antidisturbios volvieron a recurrir a los cada vez más habituales disparos al aire, a las pelotas de goma, al gas lacrimógeno, al gas pimienta y a los cañones de agua con tinte, que sirven después para identificar a los manifestantes con más facilidad.
EFE
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