Los obispos han de ser célibes, siguiendo la tradición tanto ortodoxa como católica.
Con la disposición del Vaticano de acoger en la Iglesia Católica a todos los anglicanos que lo deseen, nuevos sacerdotes católicos casados de ese rito se unirán a los ya existentes de rito oriental, pero el celibato seguirá siendo obligatorio para los que pertenecen al rito latino.
La Iglesia Católica impone el celibato a todos los sacerdotes de rito latino, aunque no a los curas también católicos pero que pertenecen a otros ritos, como son los Uniatas (ucranianos de rito bizantino), los melquitas, sirios, etc, iglesias de rito oriental que mantienen sus tradiciones, aunque están en comunión con Roma y reconocen la autoridad del Papa.
Los aspirantes a sacerdotes de esas iglesias tienen que decidir si se casan o no antes de ser ordenados. Pueden casarse y después ser ordenados, pero una vez ordenados tienen que mantenerse célibes. Los obispos han de ser célibes, siguiendo la tradición tanto ortodoxa como católica.
Aunque en los últimos años desde diferentes sectores de la Iglesia Católica se ha pedido la abolición del celibato para los sacerdotes de rito latino, el 16 de noviembre de 2006, el Vaticano cerró de nuevo las puertas a la readmisión al ministerio sacerdotal de los curas de rito latino casados y reafirmó "el valor del celibato sacerdotal según la tradición católica".
Fue en una reunión del papa Benedicto XVI con los cardenales de la Curia Romana, en la que se subrayó la necesidad de una "sólida formación humana y cristiana" para los seminaristas y los sacerdotes ordenados.
La reunión había levantado una gran expectación, tanto por el tema del celibato como por el caso que estalló en aquellos días del arzobispo africano Emanuel Milingo.
Milingo, de 76 años, casado con una coreana, fundó una asociación de curas casados para lograr la abolición del celibato. Está excomulgado por ordenar obispos a cuatro sacerdotes estadounidenses sin el permiso del Papa.
La normativa de la Iglesia romana sobre la dispensa del celibato es la aprobada en 1979 por Juan Pablo II, considerada "muy rígida" por los afectados y que supuso un "freno" a la concesión de las dispensas, ampliamente otorgadas en el pontificado de Pablo VI.
No obstante, según fuentes vaticanas, durante el actual pontificado de Benedicto XVI se han ampliado considerablemente las concesiones de dispensas para la reducción al estado laical.
El celibato de los sacerdotes católicos de rito latino fue establecido en el año 1139, durante el II Concilio de Letrán, y desde el siglo XV ha venido recibiendo críticas.
Según asociaciones de sacerdotes casados, 100.000 curas católicos están casados, de los que unos 20.000 viven en Estados Unidos, 10.000 en Italia y 6.000 en España.
Los sacerdotes católicos son unos 400.000, lo que supone, vistas esas cifras, que el 25 por ciento no respeta la normativa emanada por el Vaticano.
Los curas casados defienden el celibato libre y mantienen que el impuesto por la Iglesia católica no encuentra base ni en la Biblia, ni en la tradición, ni en la teología.
Aunque los obispos son conscientes de la falta de sacerdotes, consideran que la solución no es abolir el celibato y tampoco los sacerdotes casados, los llamados viri probati, hombres casados de probada fe y virtudes a los que se concede la ordenación.
En sus años de juventud Joseph Ratzinger reconocía que el celibato no es un dogma y ya como Benedicto XVI subrayó que es una "tradición".
La presencia de nuevos sacerdotes casados dentro de la Iglesia Católica puede reavivar la polémica entre los que abogan por la abolición del celibato y a la vez muchos católicos romanos no entenderán cómo oficia misa un cura con mujer e hijos.
El cardenal William Levada, prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, lo sabe y reconoció hoy -durante el anuncio de que el Vaticano abre las puertas a los anglicanos que lo deseen- que para muchas personas será un "problema", pero que cuando se les explique por qué se ha tomado esa decisión lo entenderán. Juan Lara/EFE
La Iglesia Católica impone el celibato a todos los sacerdotes de rito latino, aunque no a los curas también católicos pero que pertenecen a otros ritos, como son los Uniatas (ucranianos de rito bizantino), los melquitas, sirios, etc, iglesias de rito oriental que mantienen sus tradiciones, aunque están en comunión con Roma y reconocen la autoridad del Papa.
Los aspirantes a sacerdotes de esas iglesias tienen que decidir si se casan o no antes de ser ordenados. Pueden casarse y después ser ordenados, pero una vez ordenados tienen que mantenerse célibes. Los obispos han de ser célibes, siguiendo la tradición tanto ortodoxa como católica.
Aunque en los últimos años desde diferentes sectores de la Iglesia Católica se ha pedido la abolición del celibato para los sacerdotes de rito latino, el 16 de noviembre de 2006, el Vaticano cerró de nuevo las puertas a la readmisión al ministerio sacerdotal de los curas de rito latino casados y reafirmó "el valor del celibato sacerdotal según la tradición católica".
Fue en una reunión del papa Benedicto XVI con los cardenales de la Curia Romana, en la que se subrayó la necesidad de una "sólida formación humana y cristiana" para los seminaristas y los sacerdotes ordenados.
La reunión había levantado una gran expectación, tanto por el tema del celibato como por el caso que estalló en aquellos días del arzobispo africano Emanuel Milingo.
Milingo, de 76 años, casado con una coreana, fundó una asociación de curas casados para lograr la abolición del celibato. Está excomulgado por ordenar obispos a cuatro sacerdotes estadounidenses sin el permiso del Papa.
La normativa de la Iglesia romana sobre la dispensa del celibato es la aprobada en 1979 por Juan Pablo II, considerada "muy rígida" por los afectados y que supuso un "freno" a la concesión de las dispensas, ampliamente otorgadas en el pontificado de Pablo VI.
No obstante, según fuentes vaticanas, durante el actual pontificado de Benedicto XVI se han ampliado considerablemente las concesiones de dispensas para la reducción al estado laical.
El celibato de los sacerdotes católicos de rito latino fue establecido en el año 1139, durante el II Concilio de Letrán, y desde el siglo XV ha venido recibiendo críticas.
Según asociaciones de sacerdotes casados, 100.000 curas católicos están casados, de los que unos 20.000 viven en Estados Unidos, 10.000 en Italia y 6.000 en España.
Los sacerdotes católicos son unos 400.000, lo que supone, vistas esas cifras, que el 25 por ciento no respeta la normativa emanada por el Vaticano.
Los curas casados defienden el celibato libre y mantienen que el impuesto por la Iglesia católica no encuentra base ni en la Biblia, ni en la tradición, ni en la teología.
Aunque los obispos son conscientes de la falta de sacerdotes, consideran que la solución no es abolir el celibato y tampoco los sacerdotes casados, los llamados viri probati, hombres casados de probada fe y virtudes a los que se concede la ordenación.
En sus años de juventud Joseph Ratzinger reconocía que el celibato no es un dogma y ya como Benedicto XVI subrayó que es una "tradición".
La presencia de nuevos sacerdotes casados dentro de la Iglesia Católica puede reavivar la polémica entre los que abogan por la abolición del celibato y a la vez muchos católicos romanos no entenderán cómo oficia misa un cura con mujer e hijos.
El cardenal William Levada, prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, lo sabe y reconoció hoy -durante el anuncio de que el Vaticano abre las puertas a los anglicanos que lo deseen- que para muchas personas será un "problema", pero que cuando se les explique por qué se ha tomado esa decisión lo entenderán. Juan Lara/EFE
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