La politóloga es también la tercera centroamericana en llegar a la máxima magistratura tras la nicaragüense Violetta Chamorro y la panameña Mireya Moscoso.
Laura Chinchilla, una politóloga especialista en temas de seguridad, se convirtió en la primera presidenta de Costa Rica al vencer por amplia mayoría en los comicios presidenciales de celebrados el domingo.
Con el 83% de las juntas de votos escrutadas, Chinchilla obtenía el 46,77% de los votos, seguida por Solís (25,12%), Guevara (20,89%) y el socialcristiano Luis Fishman (3,86%), según datos del Tribunal Supremo Electoral (TSE).
De 50 años, esta menuda y elegante mujer fue lanzada a la carrera presidencial por el presidente Oscar Arias, del Partido Liberación Nacional (PLN).
Chinchilla se convierte así, en la tercera centroamericana en llegar a la máxima magistratura tras la nicaragüense Violetta Chamorro y la panameña Mireya Moscoso, pero a diferencia de éstas -viudas de políticos prominentes- ha llegado al poder por sus propios méritos.
Es hija del ex contralor general Rafael Chinchilla, que estuvo en el cargo durante 15 años gracias a su alto nivel profesional y, según se ha dicho también a su habilidad para sortear los vaivenes políticos, de la que mucho ha aprendido la ahora presidenta electa.
Chinchilla empezó a forjar su carrera desde muy joven, estudiando Ciencias Políticas en la Universidad de Costa Rica y más tarde en la Universidad de Georgetown (Estados Unidos), donde obtuvo una maestría en Políticas Públicas.
Entre 1994 y 1996, en el gobierno del entonces presidente José María Figueres, fue viceministra de Seguridad Pública y luego, entre 1996 y 1998, dirigió esa cartera.
Más tarde, entre 2002 y 2006 fue diputada, y en el actual gobierno de Arias ocupó la primera vicepresidencia y el ministerio de Justicia, hasta que renunció en octubre de 2008 para iniciar la lucha por su postulación.
Quienes han estado cerca de Chinchilla en diferentes épocas de su vida aseguran que es una mujer estudiosa, sencilla en su estilo de vida aunque de buen vestir; capaz de disfrutar una conversación ligera entre mujeres o de una reunión de tragos con amigos.
Con una mente "ordenada, da la impresión de ser fría y distante, aunque en confianza es calurosa y agradable", afirma Kevin Casas, quien ocupara la segunda vicepresidencia en el gobierno de Arias.
"Siento que a veces se reprime mucho para mantener su imagen", comenta su amigo cercano, el ministro de Educación Leonardo Garnier, en referencia a la imagen poco expresiva que ella muestra ante las cámaras de televisión.
Tras un divorcio en 1985, Chinchilla vivió en unión libre durante cinco años con quien ahora es su esposo, el especialista en derecho penal español José María Rico, que es 25 años mayor que ella, y de quien asegura seguir enamorada.
De este matrimonio es su único hijo, José María, de 13 años.
Desde el inicio de su campaña, Chinchilla ha confesado la intención de dar continuidad a los programas sociales y de obras públicas del actual mandatario, cuyo legado fue refrendado este domingo con la victoria de su pupila política.
Sus contrincantes la acusaron de ser un títere de Arias, pero su apoyo le ha valido un respaldo firme del PLN y de los poderosos sectores económicos a los que se encuentra asociado el mandatario y su condición de mujer le ha granjeado numerosos votos sobre todo del electorado femenino, deseoso de ver un cambio en la política.
Chinchilla ofrece aumentar las becas para estudiantes de pocos recursos, ampliar los regímenes de pensiones para indigentes y abrir centros de atención para niños con el fin de aliviar la carga de las mujeres trabajadoras.
Para contrarrestar la delincuencia, ofrece endurecer las políticas de seguridad y de trato al delincuente, pero afirma que hay que actuar "con inteligencia" para prevenir la proliferación del delito combatiendo la inequidad social y la drogadicción entre los jóvenes.
AFP
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