El panorama político en Francia evidencia lo perturbador que resulta la coexistencia del empobrecimiento de amplias capas sociales, con una inmigración mal gestionada y un racismo tenaz.
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A partir de la Constitución promovida por el general De Gaulle en 1958, Francia es el único país europeo que tiene un presidente con poderes reales elegido por sufragio universal y a la vez un gobierno que procede de la mayoría del Parlamento. Por eso es que en tres oportunidades se ha producido una “cohabitación”, es decir, un régimen de coexistencia entre un presidente de una orientación política y un primer ministro de una orientación opuesta.
Ayer se realizó la primera vuelta de las elecciones legislativas. En realidad se trata de 577 elecciones diferentes en igual número de circunscripciones. Estas elecciones fueron convocadas apenas hace tres semanas por el presidente Enmanuel Macron, quien quería clarificar la correlación de fuerzas, es decir establecer su autoridad ante el auge del partido de extrema derecha, la Agrupación Nacional, encabezado por Marine Le Pen.
En cada circunscripción, para ser elegido en la primera vuelta hay que superar el cincuenta por ciento de los votos, si no, se procede a una segunda vuelta, el domingo siguiente, entre los que hayan superado el 12.5%.
La Agrupación Nacional quedó primera con poco menos del 30% seguida por una amplia coalición de izquierdas, el Nuevo Frente Popular, cerca del 28% y en tercer lugar el partido de Macron, con poco más del 20%. Los principales temas de campaña han sido la pérdida del poder adquisitivo, la inmigración, la degradación de los servicios de salud, la inseguridad ciudadana y la relación con la Unión Europea.
Tanto el partido de Macron como la coalición de izquierdas han decidido retirar sus candidatos en cada circunscripción en la que exista otro candidato con más posibilidades de derrotar a la extrema derecha en la segunda vuelta. Es lo que se llama en Francia, “el pacto republicano”. Incluso el ex director general del Fondo Monetario Internacional, Dominique Strauss-Kahn ha llamado a votar, cuando sea necesario, por la coalición de izquierdas, el nuevo Frente Popular, pese a las debilidades de su programa económico.
La idea del Pacto Republicano y el nombre de la coalición de izquierdas, Nuevo Frente Popular, son expresión del recuerdo traumático de fuerzas políticas que colaboraron con la Alemania nazi, que invadió Francia en 1940. El panorama político en Francia evidencia lo perturbador que resulta la coexistencia del empobrecimiento de amplias capas sociales, con una inmigración mal gestionada y un racismo tenaz.
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