"Las personas favorecidas por el modelo económico actual no quieren perder sus privilegios", explicó Ana María Álvarez Rojas, investigadora en Ciencias Sociales de la Universidad Católica Silva Henríquez.
Residen en los barrios más ricos y votaron el domingo mayoritariamente contra una nueva Constitución. En Chile, los resultados del referéndum confirmaron la brecha social que denuncian desde hace un año los manifestantes en las calles.
De las 34 comunas (municipios) de la zona metropolitana de Santiago solo tres -de un total de cinco en todo el país- votaron a favor del "Rechazo": Vitacura (66%), Las Condes (56)% y Lo Barnechea (61%).
Ubicadas en el noreste de la capital, estas tres comunas de vastas áreas verdes y restaurantes, boutiques de lujo y centros comerciales, son conocidas como el "Triángulo dorado".
Y desde el inicio de la crisis social hace poco más de un año, han sido señaladas como símbolos de las desigualdades estructurales del país.
Para Ana María Álvarez Rojas, investigadora en Ciencias Sociales de la Universidad Católica Silva Henríquez, el voto en contra de un cambio de la carta magna en estos barrios "no debe sorprender".
"Las personas favorecidas por el modelo económico actual no quieren perder sus privilegios. Estas élites siempre han estado aisladas de la gente. Dicen: 'Queremos seguir así, tenemos una vida que nos importa'", explica la académica, que recuerda que "el 85% del 1% más rico de Chile vive en estos municipios".
La aplastante victoria (78%) del voto a favor del fin de la Constitución, heredada de la dictadura de Augusto Pinochet (1973-1990) y acusada por muchos electores de impedir cualquier reforma social fundamental, genera "incertidumbre" entre estos chilenos privilegiados.
"Estamos tratando de vender nuestras casas para tener la mayor cantidad de efectivo posible si tenemos que salir del país y asentarnos en otro lugar", explica a la AFP Aranza, de 40 años, frente a un centro comercial en el vecindario de Lo Barnechea, donde abundan los coches de lujo.
"Vamos a esperar a ver qué tipo de Constitución preparan, si mantienen el derecho a la propiedad...", dice preocupado bajo condición de anonimato un hombre de unos 50 años, al pensar en la futura asamblea constituyente ciudadana que se encargará de redactar la nueva carta fundamental.
Percepciones
Las protestas que empezaron en octubre de 2018 por el aumento del precio del boleto del metro en Santiago, se convirtieron rápidamente en una expresión muy amplia de rabia social contra las desigualdades y contra una élite considerada desconectada de la vida cotidiana de la mayoría.
Publicado en la prensa poco antes del referéndum del 25 de octubre, un estudio titulado "Percepciones sobre desigualdad en la élite chilena" causó revuelo al mostrar cuánto este grupo "subestima" las desigualdades que dividen al país.
Así, para las 500 personas interrogadas, los pobres representarían el 25% de la población, la clase media el 57% y la clase acomodada el 18%, dando crédito a la idea de que Chile sería sobre todo "un país de clase media".
Pero según las evaluaciones del Banco Mundial, la realidad es muy diferente: los pobres representan el 77% de la población, la clase media, el 20%, y la clase adinerada solo el 3% restante.
Asimismo, los encuestados estimaron que el 39% de los chilenos tiene acceso a un sistema de salud privado, garantía de mejor atención, frente al 18% en la realidad.
El presidente conservador Sebastián Piñera, cuestionado tras los resultados del referéndum, admitió que los habitantes de estos barrios, entre ellos gran parte del poder político (los ministros, altos funcionarios, congresistas, etc.) "viven una realidad muy diferente al resto del país, lo que les hace ver el mundo de otra manera".
Sin embargo, esta particular "realidad" también se ve favorecida por la organización política y administrativa de la capital, que no tiene alcalde y otorga una fuerte autonomía financiera a cada comuna.
Mantenidas por impuestos locales, incluida una tasa profesional, las comunas que albergan a las familias adineradas, además de las tiendas y restaurantes que las acompañan, están en mejor situación y pueden mejorar y aumentar las infraestructuras para sus ciudadanos.
El gasto municipal por habitante es elocuente: en Vitacura representa 1.136.044 pesos (1.470 dólares) en 2019, frente a 143.328 pesos (185 dólares) en Cerro Navia, un barrio pobre del noroeste de Santiago.
"No existe un sistema de redistribución entre comunas. Existe un fondo común municipal, pero no es efectivo. Las comunas privilegiadas concentran todas las ventajas", resume Álvarez Rojas.
"Las desigualdades se agravaron con la dictadura, donde la segregación era una política de Estado", recuerda en momentos en que los chilenos aún digieren con esperanza y también incertidumbre el voto del domingo que fue un claro reflejo del deseo de pasar página definitivamente a la era Pinochet.
(Información de la AFP)
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