El mandatario estadounidense dejó por un momento la ropa formal por un buzo deportivo, para jugar un partido de baloncesto.
Acompañado de una fuerte escolta, Obama se dirigió a pie ataviado con ropa deportiva de color negro a la iglesia de San Bartolomé, apenas una cuadra de su hotel y donde sus funcionarios habían averiguado que hay una cancha de baloncesto cubierta.
El presidente estadounidense lucía también una gorra de su equipo de béisbol favorito, los White Socks de Chicago, y le acompañaba su asistente personal, Reggie Love.
Al término del partido, que tuvo lugar sin la presencia de los medios, ninguno de los dos indicó quién había ganado.
"Si contesto a las preguntas de la prensa, Robert Gibbs (el portavoz de la Casa Blanca) me mataría", bromeó Love, al regreso al hotel.
EFE
Comparte esta noticia