De lustrabotas a presidente de Brasil, uno de los políticos referentes del continente fue condenado a nueve años y medio de prisión por corrupción pasiva y lavado de dinero.
Luiz Inácio Lula da Silva fue una de las figuras más representativas de la izquierda latinoamericana en los últimos años. El dos veces presidente de Brasil (2003 a 2010) fue condenado este miércoles a nueve años y medio de prisión por corrupción pasiva y lavado de activos por el juez federal Sergio Moro.
El exmandatario nació en octubre de 1945 y conoció desde sus primeros años la pobreza y la necesidad. Sus padre fue analfabeto y lo abandonó cuando tenía siete años. Entonces viajó a Sao Paulo con su madre en búsqueda de oportunidades en el sector industrial como miles de brasileños del interior.
Cambio radical. Vendió en la calle y fue lustrabotas durante su niñez. En la adolescencia, aprendió el oficio de tornero mecánico, donde perdió un dedo durante un trabajo. En los años 70, durante su juventud, organizó una huelga que desafió la dictadura y permaneció como un reconocido líder sindical.
Candidateó por tres veces a la presidencia de Brasil tras fundar el Partido de los Trabajadores junto a otros dirigentes, pero no tuvo suerte. En 2003, un masivo apoyo popular avalado por el descontento y la crisis lo llevó hasta el palacio del Planalto.
Gobierno popular. En los años al frente del país consiguió erradicar la pobreza en un alto porcentaje y movilizar clases sociales: 30 millones de brasileños sin recursos pasaron a la clase media. Los picos de popularidad eran mayores en un presidente formado en las masas y que no había acabado siquiera la educación secundaria. Pese a esto recibió más de 25 doctorados honoris causa en diferentes universidades.
Sin embargo, el declive de su carrera inició cuando se destapó el escándalo de corrupción del caso Odebrecht. El escándalo investigado por el juez Sergio Moro apuntó a desvíos de dinero en la empresa petrolera estatal Petrobras y a actos de corrupción y lavado de dinero en su contra que finalmente aceptó.
Las denuncias. Según la Fiscalía de Brasil, el gobierno de Lula negoció las obras para la construcción de estadios al Mundial de 2014 a cambio de recibir sobornos. Las empresas involucradas son viejas conocidas del Perú: Odebrecht, OAS, Camargo Correa, entre otras.
Tras la detención de Marcelo Odebrecht, el mandamás de una de las principales empresas corruptoras, se acogió a la delación premiada, beneficio por el cual le rebajarán la pena a cambio de delatar a otros involucrados. Y así lo hizo. El expresidente de la constructora dijo que entregó al menos 4 millones de dólares que fueron desviados a su fundación, a sus fondos personales e incluso a la campaña de su principal aliada, Dilma Rousseff.
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