Desde el punto de vista político la medida es contraproducente porque desacredita en la escena internacional a Noboa y le da tribuna al presidente mexicano, Andrés Manuel López Obrador, para que ejerza su conocido recurso a la demagogia y el victimismo.
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La irrupción de la Policía ecuatoriana en la embajada de México en Quito es una nueva señal de la degradación regional del respeto a la democracia y los acuerdos internacionales.
El estatuto de las representaciones diplomáticas está definido en la Convención de Viena de 1961, de la es signatario Ecuador, así como el Perú y la mayoría de países de nuestra región.
Independientemente de la gravedad de las imputaciones que pesan sobre el exvicepresidente Jorge Glas, detenido por la Policía en la embajada mexicana, consideraciones políticas y judiciales internas no pueden ser utilizadas para desconocer los derechos soberanos que cada país ejerce en sus embajadas.
En el Perú tenemos el ejemplo emblemático de Víctor Raúl Haya de la Torre, quien vivió durante cinco años protegido en la embajada de Colombia, porque el gobierno de Odría se negó a expedirle un salvoconducto que le permitiera partir al asilo que Colombia le había concedido.
En 1989 Estados Unidos invadió militarmente Panamá pero no pudo detener al dictador Manuel Noriega, quien había hallado refugio en la Embajada del Vaticano.
Un precedente nefasto tuvo lugar en la embajada de Estados Unidos en Irán en 1979, cuando miembros de la Guardia Revolucionaria invadieron la embajada de Estados Unidos y tomaron a sus funcionarios como rehenes.
La ilegalidad cometida por orden del presidente Daniel Novoa es tan patente que hasta el gobierno de Javier Milei ha reprobado el acto. Desde el punto de vista político la medida es contraproducente porque desacredita en la escena internacional a Noboa y le da tribuna al presidente mexicano, Andrés Manuel López Obrador, para que ejerza su conocido recurso a la demagogia y el victimismo.
En la política internacional, como en la política interna, hay compromisos y normas que todo gobernante democrático debe respetar, porque en caso contrario quedaríamos librados a la arbitrariedad y a ley de la fuerza.
Las cosas como son
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