Conoce las propuestas que el presidente de EE.UU. hizo como candidato y cómo avanzó con algunas de estas durante su época como presidente electo.
Un gran muro será construido y dividirá definitivamente Estados Unidos de México. Esa fue la propuesta más recordada de Donald Trump durante la campaña que lo llevó a la Casa Blanca. Como esta hay otras promesas, polémicas para sus opositores y populares para sus seguidores. Este es un resumen del plan que el nuevo presidente estadounidense expuso en foros, discursos y debates cuando aún era candidato, un vistazo a los EE.UU. del futuro.
La economía. Trump quiere bajar los impuestos y regulaciones a los millonarios y las grandes empresas, para estimular la creación de nuevos trabajos para los propios norteamericanos. Según el magnate, los grandes capitales han huido de su país hacia Latinoamérica y Asia (en particular México y China) y el mejor camino para recuperarlos es recaudar menos impuestos y permitirles invertir más.
Esta propuesta es popular entre las masas republicanas y se remonta a las épocas de Ronald Reagan (1980-88) y sus trickle down economics (lo que Alejandro Toledo llamó 'chorreo' en el Perú). Para la web especializada United Fair Economy (UFE), bajar los impuestos y pasarle la responsabilidad a la empresas para la creación de más y mejores empleos no funciona. Sin embargo, la misma fundación explica que es una propuesta muy popular entre la clase media y baja del centro y el sur, los bastiones del voto por Trump.
Según un reportaje de El País de España, críticas como las de la UFE a la viabilidad de sus propuestas no dañaron la imagen del hoy presidente. Muchos de sus votantes lo vieron como un representante del Estados Unidos blanco y confían en que un empresario exitoso como él los ayudará a conseguir empleo. Un adelanto de esta política es el caso de General Motors, empresa que anunció que moverá sus fábricas de México a EE.UU. ante la amenaza de Trump de subirle los aranceles. Además, prometió deshacerse del tratado de libre comercio con Mexico y Canadá.
Los inmigrantes. Otra de las principales plataformas de Trump, la cual va de la mano con su plan económico, es el de la deportación de los inmigrantes ilegales. El candidato republicano logró canalizar el sentimiento del norteamericano que ve al latino como responsable de robos, narcotráfico y todo tipo de violencia.
"Son violadores y algunos, asumo, son buenas personas", dijo sobre los mexicanos ilegales durante uno de sus primeros discursos, luego de anunciar su precandidatura. En el último debate presidencial con Hillary Clinton los llamó "bad hombres" (hombres malos en 'spanglish'). Durante la campaña, en general, prometió deportar a 10 millones de inmigrantes ilegales.
Como presidente electo bajó los decibeles y dijo que solo lo hará con 3 millones de ilegales con antecedentes penales. La propuesta que sí mantiene es la de construir un enorme muro en la frontera con México e insiste, acaso solo para la tribuna, con que el vecino del sur lo pagará. "Tendrá una tremenda y hermosa puerta" dijo este miércoles en una entrevista con Fox.
Políticas sociales. Otro tema espinoso es el sistema de salud pública impulsado por Obama. En campaña amenazó con acabar con el servicio y reemplazarlo con uno nuevo. Luego de una reunión en la Casa Blanca con el presidente demócrata, solo dos días luego de la elección, Trump dijo que iba a evaluar su posición.
La semana pasada, sin embargo, el Congreso estadounidense aprobó las primeras medidas para suprimir el programa sanitario del gobierno saliente. Pese a no tener estructurado un plan para sustituirlo, el afán de Trump y los republicanos, que dominan la cámara de Senadores y la de Representantes, de eliminar este plan parece no tener freno. 20 millones de estadounidenses se quedarían sin seguro de salud.
El nuevo mandatario también prometió cerrarles las fronteras a los refugiados y defender el derecho de los norteamericanos de portar armas, una histórica postura del Partido Republicano y sus seguidores. Esta semana, en una entrevista con Bild, llamó "catastrófica" la política de Angela Merkel de recibir en Alemania a los desplazados por la violencia en Oriente Medio.
Amigos y rivales. En el campo de la diplomacia es donde hay más dudas acerca del papel que jugará Trump. La consigna es "Estados Unidos primero", pero hay algunas prioridades a nivel internacional. Como explica el New York Times, estas son la destrucción del Estado Islámico y el "islamismo radical" y el incremento de las fuerzas militares.
Aquí entra en escena el factor de lo impredecible que puede ser Trump. Descrito por aliados y rivales como una persona impulsiva, como recopila un artìculo del Financial Times, su carácter podría complicar las relaciones con socios tradicionales como Alemania y el Reino Unido, aunque tiene una buena relación con la primer ministro Theresa May por su apoyo al 'brexit'. En una entrevistada publicada este lunes llamó "obsoleta" a la OTAN
"Hillary es una realista y al igual que Obama va a querer evitar aventuras militares a gran escala. Trump es totalmente impredecible", explicó Richard Gowan, profesor de la Universidad de Columbia, para La Nación de Argentina. Una muestra de caracter impredecible se dio durante la campaña, cuando contó en una entrevista al NYT que está favor de que más países desarrollen armas nucleares, pero luego se desdijo.
“Estamos dejando de construir una nación y en vez de eso nos concentramos en procurar estabilidad en el mundo”, dijo Trump durante la campaña, pero también prometió fuerza cuando le toque intervenir. Ya tuvo un roce, por ejemplo, con Kim Jong-un. "Corea del Norte acaba de afirmar que está en la etapa final para desarrollar un arma nuclear capaz de llegar a zonas de Estados Unidos. ¡No va a suceder!", escribió en Twitter el pasado 2 de enero.
De Rusia con amor. Mención aparte merece su buena relación con Vladímir Putin. Durante la campaña, el presidente ruso fue elogiado por Trump como un mejor mandatario que Obama y dijo que le gustaría tener buenas relaciones con él. El líder europeo respondió y dijo que el candidato republicano representa a quienes están cansados de las élites.
La polémica relación Trump-Putin se hizo más notoria, sin embargo, luego de las elecciones. Múltiples informes de inteligencia estadounidense concluyeron que hackers rusos, bajo órdenes del presidente, intervinieron en la campaña para beneficiar al republicano. Obama reaccionó con sanciones al país europeo y expulsó a 35 diplomáticos suyos de los EE.UU.
Ante la polémica, el nuevo presidente norteamericano calificó de "ridículos" estos informes. Además criticó las sanciones de Obama, elogió la reacción de Putin ante estas y dejó entrever que las levantará. El último capítulo de esta novela se escribió la semana pasada. Medios estadounidenses difundieron un dossier de inteligencia según el cual los rusos tienen "información sensible" sobre el magnate con la que pueden manipularlo a su gusto.
Las partes implicadas rechazaron esta versión. Trump criticó a los medios que las difundieron e incluso tuvo un altercado con un periodista de CNN en su primera conferencia de prensa como presidente electo. La respuesta de Putin fue que querían quitarle legitimidad al republicano. Al margen de si hubo hackeos o chantajes, estos casos revelaron las coincidencias y el tácito apoyo mutuo entre ambos hombres. Con esto estaríamos ante un escenario casi sin precedentes, al menos fuera de épocas de guerra: una relación estrecha entre la Casa Blanca y el Kremlin.
¿Promesas posibles? La idea de esta ‘Trumpamerica’ parece chocar con la realidad. Según un informe de CNN, desde que George W. Bush y los republicanos dejaron el gobierno en el 2008, la economía estadounidense ha crecido de forma sostenida bajo las políticas de Barack Obama. En un artículo publicado la revista Forbes, el analista político David Bier explicó que el flujo migratorio es vital para la economía para Estados Unidos y que las políticas del nuevo gobierno republicano en la materia terminarían perjudicando al país.
Durante la campaña, el saliente presidente Obama dijo que a su sucesor "no le interesa la gente de la clase obrera". Luego de la victoria, sin embargo, el demócrata trató de calmar las aguas: pidió que le den un oportunidad y dijo que no cree que mucho cambiará con él en la Casa Blanca. Eso sí, advirtió que si atropella los derechos civiles de sus compatriotas, saldrá de su exilio político para criticarlo.
Donald Trump se ha convertido en el presidente de Estados Unidos número 45. Inmediatamente después de su victoria a inicios de noviembre, su discurso se moderó, tendió la mano a sus rivales y parecía más dispuesto a negociar y escuchar. Sin embargo, en las últimas semanas ha mostrado un tono más agresivo con sus opositores. Algo es seguro: Estados Unidos tiene un presidente que es cualquier cosa menos un político tradicional y eso no es necesariamente algo bueno.
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