El asesinato político es la más extrema expresión del fracaso de la búsqueda de soluciones en el marco de la democracia. La fuerza de las balas silencia para siempre el uso de la palabra.
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La muerte le da gravedad a la vida y a todos los empeños que los seres humanos nos proponemos realizar. En el caso de un candidato presidencial, clausura para siempre un sueño de país mejor. El asesinato político es la más extrema expresión del fracaso de la búsqueda de soluciones en el marco de la democracia. La fuerza de las balas silencia para siempre el uso de la palabra. En nuestro país, desde el asesinato de Bernardo Monteagudo hasta los de Balta, Manuel Pardo y Sánchez Cerro, nuestra vida política ha atravesado momentos de estupefacción y duelo. Pero lo sucedido ayer en Ecuador marca la irrupción de profesionales del crimen al servicio de padrinos que usan la política para encubrirse. El sicariato ha crecido a lo largo de la última década, pero desde ayer trasciende la esfera de las economías ilegales para decidir quién puede y quién no ser presidente de una República. Fernando Villavicencio fue un tenaz periodista de investigación y enfrentó al gobierno autoritario de Rafael Correa, condenado por corrupción y prófugo de la Justicia. Villavicencio se desempeñó durante los últimos años como legislador y ejercía como presidente de la comisión de fiscalización. La candidata correista tiene la mayor posibilidad de pasar a la segunda vuelta, donde algunas encuestas preveían que se enfrentaría al candidato asesinado ayer. No sabemos cómo reaccionará el electorado ecuatoriano, que debe pronunciarse en las urnas dentro de diez días. Lo que sí sabemos es que el sicariato es una amenaza para la democracia y la economía abierta en cualquier país en el que se arraigue y se ponga al servicio de fuerzas oscuras: el narcotráfico, la minería ilegal, la trata de personas y la usurpación del poder público. Los valores que defendió Villavicencio deben prevalecer. Para eso hace falta erradicar la criminalidad organizada y los asesinos a sueldo.
Las cosas como son
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