Según las declaraciones de funcionarios de JBS, la mayor empresa frigorífica del mundo, el presidente de Brasil ha recibido sobornos desde el 2010.
Una nueva confesión agravó este viernes la ya delicada situación de Michel Temer, el presidente de Brasil, y alcanzó además a Dilma Rousseff y Luiz Inácio Lula da Silva. Directivos del grupo JBS, como parte de un acuerdo de cooperación judicial, confesaron haber pagado sobornos al mandatario desde 2010 y que, desde 2005, distribuyeron entre sus antecesores 80 millones de dólares, siempre por los "favores" realizados desde sus posiciones de poder.
En el caso de Temer, esas se suman a la crisis que comenzó el miércoles con las primeras filtraciones sobre la declaración de JBS, una de las mayores empresas cárnicas del mundo, en las que habría avalado un soborno y que han llevado a la oposición y hasta a sectores del oficialismo a exigir su renuncia. El presidente respondió asegurando que no renunciará y que comprobará su inocencia ante la justicia en un mensaje a la nación transmitido este jueves, que ha sido hasta ahora su única aparición pública desde que estalló el escándalo.
Las confesiones. Sobre Temer, uno de los dueños de JBS, Joesley Batista, dijo que le paga sobornos desde 2010 y que, entre ese año y 2011, llegó a entregarle una "mesada" de 100,000 reales (hoy unos 29,500 dólares) por diversos "favores" en el Ministerio de Agricultura. El empresario también declaró que acordó a fines del año pasado con el diputado Rodrigo Rocha, suspendido de su escaño y muy cercano a Temer, que pagaría al mandatario una comisión del 5 % sobre la facturación de una empresa eléctrica de JBS que necesitaba una licencia para operar.
El director de JBS, Ricardo Saud, aseguró en su declaración que Temer pidió y recibió 15 millones de reales (US$ 4.6 millones) para las elecciones de 2014 y para distribuir entre sus aliados. Sin embargo, se guardó un millón (US$ 307 mil) para él en vez de usarlo en la campaña. Esto se suma a la grabación de una conversación de Batista con Temer, en la que el primero dice que busca "favores" para JBS en ministerios, que recibe información por adelantado sobre investigaciones o que soborna a Eduardo Cunha, exdiputado preso por corrupción, para que no colabore con la justicia.
Temer responde. En esa grabación, que calificó de "clandestina", el gobernante asiente o simplemente escucha en silencio, lo que da base a firmes sospechas sobre una posible omisión frente a hechos ilegales. Temer comentó este viernes en una nota las nuevas acusaciones. Insistió en que "no obstruyó a la Justicia” y aseguró que los recursos que financiaron sus campañas electorales fueron declarados legalmente. En declaraciones previas para el diario O Globo, insistió en que saldrá "de esta crisis más rápido de los que se piensa”.
Los testimonios difundidos por la Corte Suprema implican también a cuatro ministros del actual Gobierno, a decenas de parlamentarios y a dos gobernadores. El Poder Judicial brasileño también informó que la investigación que ha autorizado contra el presidente se sustenta en su presunta participación en los delitos de obstrucción judicial y corrupción pasiva, y tiene como base las declaraciones de los directivos de JBS.
Lula y Rousseff. En relación a Lula y Rousseff, las confesiones dicen que ambos le facilitaron a JBS la obtención de multimillonarios créditos con el Banco Nacional de Desarrollo Económico y Social (BNDES), entidad estatal también investigada por la trama corrupta en Petrobras. El dinero de los sobornos, según JBS, alcanzó la suma de 50 millones de dólares en el caso de Lula y de 30 millones de dólares para Rousseff, y se depositaba en cuentas abiertas en el exterior.
Batista admitió que esos créditos irregulares obtenidos con el BNDES ayudaron a la expansión de la compañía, que en los últimos años se convirtió en uno de los gigantes cárnicos a nivel global. Las negociaciones con Lula y Rousseff, según dijo el empresario, tenían como mediador el exministro de Hacienda Guido Mantega, quien ha sido acusado de ejercer ese mismo papel por la firma Odebrecht, beneficiaria de contratos amañados con la estatal Petrobras. EFE
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