Joaquín Sabina y Joan Manuel Serrat ofrecieron un entrañable show en el Jockey Club. Sus fanáticos corearon los temas más conocidos de los artistas en más de dos horas y media de show.
El frío intenso no fue inconveniente para los miles de fanáticos que llegaron hasta el Jockey Club del Perú para ver luego de cinco años a dos grandes de la música hispanoamericana: Joaquín Sabina y Joan Manuel Serrat.
Un show cargado de temas entrañables y conversación animada calentaron la fría noche limeña. Primero, dos pájaros gigantes: uno en cada pantalla, en uno Sabina y en otro Serrat, dieron la bienvenida al público, además de algunas pautas para pasarla bien en el concierto, lo que no significa necesariamente portarse bien.
Sobre las nueve y media de la noche aparecen sobre el escenario Sabina y Serrat. Los dos de traje negro y cada uno con un sombrero algo diferente. Se dan la mano y luego miran al público que ya aplaudía al recibirlos.
Un tema rockero marca el inicio del espectáculo: “Ocupen su localidad/hoy puede ser un gran día”. La gente de pie comienza a calentar motores, lo mismo que estos pájaros artistas.
La propuesta Sabina/Serrat es que, dado el momento, cada uno cante sus temas, pero también que ambos canten juntos, cosa que se disfrutó mucho más. A veces uno canta los temas del otro. Lo importante fue que ambos colegas, casi hermanos, parecen haber hecho carrera juntos.
Así comienzan sonar a continuación “Acuérdate de mí”, “Algo personal” y la más coreada de esta parte del show: “Y sin embargo“. Luego, un cambio en las luces transforma el escenario en el interior del mismísimo Titanic.
Una voz que hace una presentación graciosa del momento no se explica cómo Sabina y compañía llegan a tocar en este “paquebote”, que debió ser “pa que flote”.
La canción “La orquesta del Titanic”, tema que da nombre al disco publicado por Joaquín y Joan Manuel este año, narra la vocación del músico, incluso en momentos difíciles. Ambos muy sonrientes, de camisa y saco blanco y pantalón negro, dan testimonio de ello.
Aplausos del respetable, y lamentablemente en medio de la canción “De cartón piedra”, cantada por Sabina, se escucha un terrible ruido, y luego todo queda en silencio. Una falla de sonido no permite la culminación del tema. Luego de unos minutos, Joaquín regala a los limeños el tema “Rosa de Lima”, y todo queda olvidado.
Pero la alegría supo de momentos más altos cuando el de la voz de lija, guitarra acústica en mano, comienza a tocar “19 días y 500 noches”; luego fue el turno de Serrat quien interpretó la canción “Cuenta conmigo”.
Más temas en voz de Serrat, “Eclipse de mar” y “Mediterráneo”. Y luego Sabina con “Señora”; hasta que llega otro momento inolvidable: “Por el boulevard de los sueños rotos”, el genial homenaje a Chavela Vargas. Palmas y la gente contenta porque “las amarguras no son tan amargas”.
“Princesa” también despierta los coros de Estadio, tanto que Serrat, en broma, pide al público a que sigan alentando a este “chaval” llamado Sabina. “Síganle aplaudiendo, muy bien muy bien”, dice el catalán y todos a reír.
Y es que además de las canciones, ambos artistas ofrecen memorables diálogos, siempre uno “rajando del otro”, algo sumamente divertido y con referencias a personajes de nuestro país.
Siguen los temas “Una canción para magdalena”, “Tu nombre me sabe a yerba” y la festejadísima “La del pirata cojo”. Al final de la canción, ambos con una copa en la mano, brindan por muchas cosas pero sobre todo "por ustedes”.
Luego, a dos voces, “Esos locos bajitos”; “Más de cien mentiras” con presentación de algunos integrantes de la banda; “Hoy por ti, mañana por mí”, del último disco y “Tan joven, tan viejo”, like a rolling stone.
Para el tramo final del show: “Para la libertad”, la tremenda “Contigo”, la increíble “Cantares”. Luego, “Aquellas pequeñas cosas”, “Noche de bodas”, “Y nos dieron las diez” y “Despedida”.
Más de dos horas y media de concierto, casi 30 canciones. Y dos pájaros que no desentonaron. Un concierto memorable, irrepetible o, quizá sí.
Galo Castillo
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