Áncash: El milagroso Cristo yaciente de piedra en Aquia

A tres kilómetros de Aquia, distrito de la provincia ancashina de Bolognesi, justo en la orilla del río Aymín, descansa el Cristo yaciente de piedra, conocido también como el Señor de Cayac, cuya longitud alcanza los dos metros aproximadamente.

Hasta este lugar donde se ha construido un enorme santuario, decenas de creyentes llegan diariamente con velas encendidas, para realizar sus plegarias y oraciones al santo que es considerado bastante milagroso.

A él no solo le piden la sanación de alguna enfermedad grave, sino también el castigo para quien osa cometer un robo. Cuentan que a los amigos de lo ajeno el enojo del Cristo ha llegado incluso a quemar su vivienda.

Los pobladores de Aquia cuentan que un tres de mayo de hace más de 20 años un agricultor realizaba sus faenas utilizando una pesada herramienta que le permitía mover las rocas y justo en el lugar donde ahora descansa el Señor de Cayac, por razones que no se explicaba, todo esfuerzo era en vano.

El hombre del campo todas las noches escuchaba en sus sueños que un ángel le decía: “Por qué me lastimas la cara”. Entonces, llamó a algunos pobladores para que le ayuden a sacar la pesada piedra y descubrió la imagen del Cristo, cuyas características fueron perfeccionadas por Abraham palacios.

Desde aquel entonces, el santo recibe la vista de decenas de personas, no solo para su fiesta patronal que se celebra del 2 al 4 de mayo de cada año, sino también otros días del año, como este sábado 24 de agosto, fecha en que se realizará una peregrinación al santuario con motivo del aniversario de la diócesis de Huaraz.

Son aproximadamente mil personas entre párrocos, seminaristas, congregaciones de religiosas que este fin de semana visitarán al Señor de Cayac.

La responsable de la iglesia de Aquia, Esperanza Gallardo, refiere que conoció el testimonio de una mujer que se encontraba muy enferma de cáncer y que fue curada totalmente por el santo.

El Cristo yaciente de piedra forma parte del atractivo turístico de Bolognesi.

Por: Yanet Reyes

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