Cuatro miembros de ´Los pistachos de Huanuco´ fueron denunciados por delitos de homicidio por lucro, asociación ilícita para delinquir, tenencia ilegal de armas de fuego y tráfico ilícito de drogas.
El juez Juan Buendía Valenzuela, a cargo del Juzgado de Turno Permanente de la Corte Superior de Lima, abrió instrucción con orden de detención contra cuatro miembros de la banda acusada de comercializar grasa humana, actuando bajo la modalidad de los míticos "Pishtacos".
Se abrió orden de detención contra Elmer Castillejo Agüero, Serapio Veramendi Príncipe, Enedina Estela Claudio e Hilario Cudeña Simón, por el asesinato y posterior sustracción de los tejidos somáticos de un poblador de la provincia de Huamalíes, en Huánuco, identificado como Abel Matos Aranda.
Los encausados, más conocidos como "Los pistachos de Huánuco", son procesados como presuntos autores de los delitos de homicidio por lucro, asociación ilícita para delinquir, tenencia ilegal de armas de fuego y tráfico ilícito de drogas presuntamente con fines de micro comercialización.
Asimismo, Buendía Valenzuela dispuso que en las siguientes horas los detenidos Castillejo Agüero, Veramendi Príncipe y Estela Claudio sean recluidos en centros penitenciarios de Lima; en tanto, ordenó la inmediata captura del cabecilla de la banda, Cudeña Simón.
Del mismo modo, se dispuso el embargo preventivo sobre los bienes propios de los encausados que sean suficientes para cubrir una posible reparación civil a favor de sus agraviados.
De acuerdo a las investigaciones policiales, la banda se dedicaba a estos hechos de extrema crueldad desde hace cinco años, habiendo sido su última víctima Matos Aranda.
De acuerdo a sus primeras declaraciones, los encausados reconocieron que el 16 de setiembre último interceptaron a la mencionada víctima en el sector denominado "San Pedro", en Huánuco, obligándolo a ingresar a la espesura de la selva de Taso Grande.
Según indicaron, Cudeña Simón, previsto de un arma blanca, le quitó la vida a Matos Aranda, cercenándole el cuello. Refieren que después de que la víctima se desangrara, fue descuartizada y el tórax colocado en una especie de trípode a fin de iniciar el procedimiento artesanal que les permitió obtener la grasa humana.
La grasa era trasladada a Lima a fin de ser comercializada a "personas extranjeras que pagan elevados precios".
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