El templo de Huarivilca es el centro religioso más importante de los antiguos wancas, cuya estructura sobrevivió a dos catástrofes.
El Santuario de Huarivilca está ubicado en la hondonada de Hanan Huanca, hoy conocido como el distrito de Huari, a cuatro kilometros del centro de Huancayo, en la región Junín.
Esta antigua construcción es uno de los atractivos culturales de la zona sur del Valle del Mantaro, pues para los wancas, es uno de los pocos vestigios materiales que construyeron nuestros antepasados y que dejaron para conocerlos a pesar del paso de los años y las destrucciones que sufrió en dos oportunidades.
La primera fue en 1534 cuando el dominico Vicente Valverde combatía las idolatrías y ordenó la destrucción e incendio del templo. El segundo desastre ocurrió cuando Manco Inca, en el tiempo de la guerra con los españoles, pasó por el templo, lo saqueó, asesinó a los sacerdotes y lo destruyó, recordando que cuando fue príncipe, el oráculo no lo recibió por ser hijo ilegítimo y le anunció que perdería el trono.
El Santuario de Huarivilca es una muestra de la espiritualidad del antiguo poblador wanca. Es aquí donde, según la leyenda del origen de los wancas, un hombre y una mujer salieron de una fuente, quienes bajo un poder divino tomaron los campos y tuvieron cientos de hijos que poblaron el valle.
Los nuevos hombres enterraron a sus padres en el mismo lugar de donde salieron, nombrando al paraje como Huarivilca, que significa lugar de origen.
Esta construcción, hecha de piedra y barro, es de forma cuadrangular y fortificada con muros de cinco metros de altura, en un espacio de unos dos mil metros cuadrados. Asimismo, los dos ingresos al templo son con escalinatas de piedra, mientras que las paredes de barro, que todavía se pueden ver, logran un espesor cercano a los dos metros.
En el interior del templo existen bases de corredores que conducen a diferentes habitaciones, las mismas que estaban orientadas a distintos rituales de nuestros antepasados.
En el centro del santuario, el anfiteatro era el lugar destinado a la adoración de Huarivilca, quien estaba simbolizado en una huanca o piedra humanizada, convirtiéndose en el poderoso dios que desplazó a Huallallo Carhuancho.
Otro importante elemento es el puquial purificador, que estaba destinado a los laycas, mandones y gente del pueblo que deseaba purificar su cuerpo y espíritu. También dentro del puquio se celebraban los matrimonios de las jóvenes parejas para darles fertilidad y la bendición del molle, el árbol sagrado wanca.
Varios metros más allá estaba ubicado el cementerio general, el que llegaba hasta el río Huanca Mayo, hoy río Mantaro. Este es tal vez el único fiel testigo de las costumbres y la religiosidad de los antiguos wancas.
Por: Flor de María Enríquez
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