Qué importante es tener una dosis de perdón para ser capaces de construir una sociedad con cultura de paz.
Y cuando estéis orando, perdonad,
si tenéis algo contra alguno,
para que también vuestro Padre que está en los cielos
os perdone a vosotros vuestras ofensas.
Porque si vosotros no perdonáis,
tampoco vuestro Padre que está en los cielos
os perdonará vuestras ofensas.
(Marcos 11:25)
Se dice que perdonar es divino y que es el acto más sublime de amor y de misericoridia. Si bien para muchas personas perdonar es difícil o tal vez imposible porque además hay rencor y resentimiento, para otras que han sido víctimas de violencia perdonar es liberarse y estar más cerca a Dios.
¿Es posible perdonar cuando se es víctima de la violencia física y psicológica? ¿Se puede dar vuelta a la página y buscar la luz de la esperanza para salir adelante?
Es en 1980 que llega con su familia desde la sierra peruana hacia Lima cuando tenía cinco años de edad. Al pasar los años una muchacha ilusionada conoce a un hombre, se enamoran, forman una pareja y tienen tres hijos. Lejos de haber logrado una familia feliz y constituida vivió en el infierno del maltrato y la humillación hasta el punto de que ella se sentía culpable de su situación.
"Basta" fue su plabra, por sus hijos y por ella, y comenzo a perdonar. Primero se perdonó ella misma por soportar años de maltrato para evitar el que dirán y luego a su pareja. Hoy Flor Bonifacio es una luchadora activa contra la violencia familiar y sexual en Manchay ayudando a muchas mujeres que atraviesan lo que ella pasó y se siente libre de sentir rencor.
"Padre perdónalos porque no saben lo que hacen" dijo Jesús en la cruz. Y ese es el mismo apostolado que predica Miguel Palomino, un joven que fue separado de su tierra natal Ayacucho cuando tenía seís meses de edad porque sus padres y toda su familia tuvieron que huir para no ser víctimas de la insanía terrorista.
¿Por qué tengo que padecer la falta de agua? ¿Por qué vivir en un lugar triste y frío cuando antes mi familia tenía chacras y ganado? Eran las preguntas que se hacía Miguel con un profundo rencor por no conocer su tierra y por padecer necesidades. Perdonó a quienes no conoció y lo alejaron de su hogar; ahora reconfortado ayuda y orienta a muchos jóvenes que pasaron lo mismo que él o que perdieron a sus padres, así como a chicos y chicas que han elegido caminos equivocados.
Igual situación pasó Romulado Limaimanta, en 1994 llegó a Lima huyendo de Pasco porque la violencia subversiva golpeaba a su familia y muchos amigos y conocidos. Sufrió discriminación en Lima solo por ser de la sierra, se fue a Manchay y allí encontró la oportunidad de trabajar, Con pala en mano desde las 5 de la mañana trabajaba en las chacras de la zona. Hoy a los 67 años con cuatro hijos grandes se siente agradecido con Dios porque tiene una familia unida y porque antes pudo arrancar de su corazón el rencor para perdonar a quienes violentaron su terruño y que por culpa de ellos paso humillaciones y discriminaciones. Ahora le pide a su hija que quiere ser abogada que juzgue según las leyes y no por la apariencia o la raza.
"Dios te ha castigado, esa es tu cruz" le decían a Aidee Cárdenas por tener un niño con parálisis cerebral pero ella decía que era su ángel. La gente lo miraba mal, los discriminaban ambos y le decían a ella que era un enfermito. Sintió cólera y rencor pero se dio cuenta que esos sentimientos no la ayudaban y no la llevaban a ningún camino. Perdonó a aquellos que se burlaban de su hijo, se acercó más a Dios y tras estudiar y participar en diversos talleres hoy enseña y capacita a muchos niños con la misma dificultad que su hijo y enseña a los padres de familia cómo ayudar a sus niños.
Tal vez creemos que nuestros problemas son más grandes que otros y nos ahogamos en un mundo de rencores por no tener la oportunidad que buscamos. No vemos más allá de nuestras narices que otros con sufrimientos terribles y necesidades urgentes, viven con un alma tranquila, con una mirada de paz por dejar atrás el rencor y perdonar para poder vivir en comunión con Dios y aprender a salir adelante y compartir lo aprendido, después del dolor, con sus semejantes.
"Jesús nos enseñó desde la cruz la dimensión más grande para la humanidad: el saber perdonar", expresó el padre José Chuquillanqui, conductor del programa.
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