Por 61 años consecutivos se realiza el Festival Internacional de la Primavera organizado por el Club de Leones de esta ciudad norteña.
La primavera es sinónimo de esplendor o florecimiento de detalles alegres, que cuando se es niño o niña y a la vez trujillanos te lleva a recordar, como en mi caso, los años ochenta cuando mis padres en el último domingo de setiembre te alistaban para ir a observar el paso de carros alegóricos, reinas y bastoneras norteamericanas, quienes recorrían las 27 cuadras de la avenida España.
Un desfile multicolor que se organiza desde hace 61 años desde aquel lejano 24 setiembre de 1950 cuando se realizó el primer evento de este tipo, que con el paso del tiempo se le conoce como el gran ‘Corso Primaveral’ que organiza el Club de Leones de Trujillo.
Rememorar la década de los ochenta es volver a soñar y conectarse con esas sensaciones que te llevan a tener orgullo por las tradiciones que se forjan en tu ciudad, y con el paso del tiempo te das cuenta de otros detalles como por ejemplo ¿quién está detrás de cada alegoría que se presenta durante el desfile?
Este año el corso primaveral está programado para el domingo 2 de octubre. Durante el desfile o corso primaveral brillan no solo las reinas y bastoneras sino también bellos y coloridos carros alegóricos.
Diseñadores como Memo Ganoza han hecho historia con sus creaciones, o el desaparecido Juan Pareja Peláez, a quien se extrañará en esta edición tras su repentina muerte el pasado febrero.
En este ámbito surgen nuevas figuras del diseño de carros primaverales como Daniel Velásquez Padilla quien lleva 24 años de sus 41 inmersos en el dibujo, el óleo, acuarelas y bocetos donde desarrolla su arte.
Él destaca cuatro elementos para el diseño de un carro alegórico como el agua, fuego, aire y tierra para una eterna primavera, que es la combinación ideal en una labor artesanal, que pese al avance tecnológico, es mejor por el acabado especial.
Velásquez Padilla, quien egresó de la escuela de Bellas Artes de Trujillo en la especialidad de Dibujo y Pintura, expresa a RPP Noticias que son hasta 8 personas las que conforman su equipo en su taller ubicado en el jirón Santa Rosa en Buenos Aires, centro del distrito trujillano de Víctor Larco.
Dibujantes, carpinteros, soldadores, ayudantes de pintura, especialistas en manualidades como tecnopor, entre otros, son su mano derecha para elaborar los carros alegóricos, que según exigencias del cliente puede llegar a costar mínimo de 12 mil hasta 16 mil soles.
La satisfacción de este joven diseñador trujillano es conseguir el aplauso de las casi 200 mil personas que concurren al corso primaveral, y al final del recorrido ver a los asistentes llevarse las flores naturales de los carros alegóricos.
Los diseñadores de carros alegóricos disputan el clásico León de Oro, Plata y Bronce que otorga el club organizador del Festival Internacional de Primavera. Generalmente se califica la armonía, el diseño primaveral más allá de las marcas comerciales que los auspician.
El corso primaveral es la actividad más importante dentro de este evento primaveral, por eso la masiva concurrencia, que si bien hoy día cambió su trayectoria, mantiene ese calor humano con niños y niñas que forcejean una foto junto a su familia.
La primavera en Trujillo tiene una historia relacionada incluso con la política. Durante el primer Gobierno de Fernando Belaúnde Terry se emitió una ley de promoción del festival; y durante el mandato del militar Juan Alvarado se intentó expropiar el evento, el cual no prosperó.
El 28 de setiembre de 1965 el Congreso de la República aprobó la Ley Nº 15621 por el cual se le denomina a Trujillo como la Capital de la Primavera, según relata Leonel Berrocal en su libro "Tradiciones y memorias trujillanas’. Ese título otorgado a nuestra ciudad es como un sello o una marca que identifica a sus pobladores.
‘Sucedió en Trujillo’ es un libro de anécdotas del escritor Horacio Alva Pazos, quien escribe que a “los trujillanos la llegada de la primavera nos enciende el espíritu de modo especial”. Palabras tan sabias que pese al cambio climático en esta ciudad, los trujillanos mantenemos toda la energía contagiosa.
Por: Davinton Castillo
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