Lambayeque es una región netamente arqueológica, llena de restos y huellas de los pueblos que la habitan desde hace 12 mil años.
Lambayeque es una región netamente arqueológica, llena de restos y huellas de los pueblos que la habitan desde hace 12 mil años.
Desde los petroglifos ubicados en Olmos, Salas, Incahuasi, Chongoyape, Oyotún entre otros pueblos con ceja de sierra; hasta los monumentos arqueológicos de Túcume, Sipán, Jayanca, Lambayeque, Pampagrande, Chotuna, entre otros, así lo demuestran.
Y a lo largo y ancho de tu territorio hay vestigios de tumbas que guardan riquezas de los Mochicas, Lambayeque, Chimú e incluso Incas y ese tesoro escondido en las tumbas: objetos de oro, chaquiras y cerámicas finas, es lo más apetecible para los profanadores de tumbas, conocidos como “huaqueros”.
Emiliano Rubio Díaz en su artículo “Huaquero y arqueólogo” indica que en Perú, se le llama “huaquero” al buscador clandestino e ilegal de tesoros arqueológicos y que su nombre deriva del término “huaca”, que se usa para indicar un lugar con restos arqueológicos, y que puede ser un edificio en ruinas o un cementerio y en estos lugares se suelen hallar “huacos”, que son piezas de cerámica sean ollas, botellas, jarras, platos, las que, según su antigüedad, belleza o conservación, al ser vendidas, constituyen la ganancia del huaquero.
Palabra quechua
Martín Cabrejos Fernández, profesor de Historia de la Facultad de Humanidades de la Universidad Católica Santo Toribio de Mogrovejo de Chiclayo, comenta que la palabra “huaquero” deriva del término quechua “wak’a” que significa sagrado y, aunque popularmente se usa para designar en nuestro tiempo a los enterramientos prehispánicos, una Wak’a podía ser una piedra, una cueva, un árbol, un cerro, un lago, en general un sitio de significación sagrada.
En nuestra región los restos arqueológicos de este tipo están íntimamente vinculados con las tradiciones, costumbres y creencias locales. De manera que mucho antes que cualquier trabajo de indagación arqueológica los pobladores habían tomado conocimiento y posesión del lugar.
Las huacas, según la tradición, son edificaciones de los “gentiles”, antes de la cristianización española. El término “gentiles” proviene del hebreo “goim” o “gojim” que significa gentes o naciones con creencias distintas y por ello “infieles”. El gentil era idólatra (por extensión) y la idolatría no es admisible en la fe cristiana. Sin embargo es notable la manera en que actualmente ejercen influencia sobre la vida cotidiana del poblador de a pie.
El huaqueo
Desde hace mucho tiempo existe la costumbre de huaquear durante la “Semana Santa” y el día preferido es Viernes Santo, porque en el pueblo se piensa que “Dios está muerto y no ve” y los restos de los “gentiles afloran cerca de la superficie para ser encontradas rápido” y esa es la razón del huaqueo en tales fechas.
Implica que muchas prácticas y creencias sincréticas continúen vigentes en diversas zonas de la región de Lambayeque escondidos bajo el mando de las creencias católicas.
Huaqueros fueron los que en 1936 encontraron el Tumi de Oro o Cuchillo de Íllimo.Huaqueros fueron los que en 1989 descubrieron el lugar donde había tumbas de la élite Mochica y de donde saldría el famoso Señor de Sipán. Huaqueros han sido los que sacaron decenas de objetos de oro que fueron a parar a coleccionistas particulares y museos extranjeros.
¿Cuántos de dichos objetos habrán sido sacados desde el fondo del arenal en un Viernes Santos y bajo los inclementes rayos del sol mochica? Desde décadas atrás, las tumbas prehispánicas tienen una cita silenciosa con la Semana Santa y hoy, la policía con su patrullaje evita que ese encuentro se dé y se profanen tumbas, se rompan vestigios que los arqueólogos desenterrarán con paciencia milenaria.
Por: Juan César Cabrejos Becerra
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