El 1 de noviembre es para recordar a los niños fallecidos o ´angelitos´ y el 2 es para velar a los adultos.
A penas se inició el día 1 de noviembre, las personas comenzaron a llegar a los cementerios del Perú para venerar a sus familiares, amigos o conocidos que han fallecido como una forma de mantenerlos “vivos” espiritualmente y donde la región Piura y su tradición no es la excepción.
Las velaciones
En la región Piura es más común escuchar el término “velaciones” que el Día de Todos los Santos, esto deriva de la forma como se desarrolla desde antaño el 1 y 2 de noviembre, donde los familiares o amigos del difunto encienden velas que poco a poco se van derritiendo frente al nicho del ser querido, cuyo ritual es acompañado de oraciones.
Al momento de encenderse las velas se congrega la familia, quienes rezan o dialogan recordando dentro de sus relatos al ser que murió, esto con el respeto que amerita la persona, donde no faltan los diálogos risibles, serios o nostálgicos pues se busca tenerlo presente en todo momento.
Sin embargo, esta tradición se está perdiendo pues ahora en vez de velas muchos optan por colocar focos sobre los nichos, servicio que lo otorga la Beneficencia Pública a un costo que va desde 15 soles, por un tiempo de 24 horas, y que permite que las personas asistan hasta en horas de la madrugada o incluso pasen la noche dentro del camposanto.
Durante estos días los cementerios parecen pequeñas ciudades alumbradas en su mayor parte y rompiendo el silencio típico de estos lugares.
Además, fuera de los camposantos el panorama es como una feria, donde se venden desde flores frescas u ornamentales hasta comida, dulces, roscas o refrescos como se aprecia en los cementerios más antiguos de Piura que son el San Teodoro y ex-Metropolitano.
Los angelitos
Estos son los dulces tradicionales que se ofrecen en honor a los niños fallecidos y es una forma de recordarlos, como nos cuenta la jefa de Educación y Cultura de la municipalidad de Piura, Ruth Oliva, esta tradición se encuentra más enraizada en la zona del Bajo Piura, donde el 1 de noviembre se corona a los niños fallecidos o “angelitos” y el día 2 se destina para los adultos.
La entrega de los dulces según la tradición es para recordar al menor con alegría y no es necesario conocer al niño para obsequiarles dichos “angelitos” puede ser un familiar o incluso alguien que se encuentre cercano o vaya pasando por la tumba del niño, en algunos casos las familias les entregan los dulces a niños de la misma edad del menor que murió, pues en él ven reflejado a su hijo, hermano, sobrino o pariente.
Los angelitos suelen ser pancitos dulces, de colores, en algunos casos envueltos de manera artesanal, mientras los adultos suelen comer la “rosca de muerto”, que es un pan redondo con una cruz al centro.
Sumado a este panorama son infaltables los músicos o rezadoras que ofrecen sus servicios para elevar plegarias al ser fallecido, cuyo costo es la voluntad del familiar, mientras otros incluso optan por comer y beber dentro del cementerio y sentirse, al menos en este día, más cerca físicamente de la persona que murió.
Por: Lina Fiestas
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