Por ahora, lo único seguro es que las contradicciones en el gobierno no responden al interés del Perú y sobre todo no al de los sectores sociales más vulnerables.
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Hoy se cumplen 60 días desde que Pedro Castillo prestó juramento como presidente ante el Congreso de la República. Por entonces, había afirmado que durante su gobierno el condenado por corrupción Vladimir Cerrón no “sería ni siquiera portero”. Entretanto, cada vez resulta más pertinente preguntarse quién está tomando las decisiones en la cúspide del Estado. El partido Perú Libre, y el investigado primer ministro impuesto por Cerrón se oponen sin pudor a las decisiones de Castillo y usurpan el nombre de la bancada sin siquiera consultar a sus miembros. El tema del gas y el contrato de Camisea no es sino el último ejemplo de la existencia de un poder paralelo que ha decidido desconocer la autoridad de los ministros y las pocas decisiones anunciadas por Pedro Castillo.
Durante su reciente visita a Estados Unidos, Castillo se esforzó en dar garantías a la inversión extranjera, pero pocos días después Guido Bellido decidió abrir una crisis, vía tuiter, amenazando a las empresas que conforman el consorcio que explota el gas de Camisea. Desubicando al ministro de Justicia y al de Minas, Bellido sabotea los tímidos esfuerzos para evitar que la economía se descarrile y nos encaminemos a una situación en la que la incertidumbre institucional y económica se vivan con un trasfondo de convulsión social.
Lo mismo podría decirse a propósito de temas de política internacional como la cita con el presidente venezolano, o de libertades fundamentales como los anuncios sobre la prensa o la política frente al terrorismo, como evidenciaron las vacilaciones frente al cadáver del fundador de Sendero Luminoso. ¿Se trata de pura impericia y luchas cainitas o, como lo sugieren algunos, maniobras para preparar las elecciones del 2022 y evitar que Castillo disponga de su propio partido político? Por ahora, lo único seguro es que las contradicciones en el gobierno no responden al interés del Perú y sobre todo no al de los sectores sociales más vulnerables.
Las cosas como son
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