Entre las manifestaciones religiosas, se incluyen misas en español pero también en quechua, lengua hablada por la mitad de sus ciudadanos.
La ciudad de Ayacucho vibra estos días con la religiosidad cristiana de sus famosas celebraciones de Semana Santa, mientras que la tradición andina se cuela en forma de mantos florales y misas en lengua quechua.
En la plaza de armas de la localidad, situada en la sierra centro sur de Perú a 585 kilómetros de Lima, los voluntarios se esmeran durante semanas en dejar todo listo para que las procesiones pasen por encima de los mantos hechos a partir de serrín, restos de flores y tierra de los cerros vecinos.
Horacio Hurtado, encargado de diseñar caras y cruces andinas en una de estas alfombras coloridas, explica a Efe que la iconografía queda borrada al paso de la procesión, lo que puede interpretarse como un símbolo de la colonización española y católica.
A la entrada de la ciudad, un monumento recuerda a los transeúntes que Ayacucho es la "cuna de la libertad americana", pues la batalla que en 1824 se libró en sus tierras selló definitivamente la independencia de América del Sur frente a los españoles.
En Ayacucho, no obstante, no sólo se defiende lo autóctono, lo andino, sino que los actos católicos se celebran con fervor en las calles y en cualquiera de las 33 iglesias erigidas.
Entre las manifestaciones religiosas, se incluyen misas en español pero también en quechua, lengua hablada por la mitad de sus ciudadanos.
La festividad es "cristiana en un 80 por ciento", según Horacio, para quien este porcentaje se revierte en tiempos de carnaval, cuando impera la ancestral tradición andina.
Durante los días que duran representaciones como la de la Pasión, la Crucifixión o la Resurrección de Cristo, los niños juegan a perseguir las comitivas mientras los adultos presencian el espectáculo con devoción.
En el "Via Crucis", por ejemplo, los actores se tiñen con "ketchup" para simular la sangre de las heridas causadas por latigazos y fustigamientos.
"¿Quién quiere ser apóstol?", pregunta una de las organizadoras antes de salir de la iglesia de San Juan de Dios, en un intento de que la gente participe en los festejos.
A medio camino, esta marcha se cruza con otra que lleva a un Cristo vestido de blanco y con corona de espinas que, bajo los insultos de romanos que van a pie y a caballo, es conducido a lo alto de un cerro en las afueras de la ciudad para ser crucificado.
Una de las asistentes a la procesión, Cristal Becerro, señala que viene con sus padres desde Trujillo, en el norte de Perú, para vivir esta Semana Santa "tan intensa" y "vistosa" como es la ayacuchana.
Atrás quedaron los tiempos en que el terrorismo de Sendero Luminoso aislaba y azotaba la ciudad, e interrumpía con atentados la meditación de estas fechas en la década de los años ochenta del siglo pasado.
Ahora, numerosos carteles dan la bienvenida a decenas de miles de personas de otras partes del país y del extranjero que cada año optan por pasar la Semana Santa de Ayacucho, reconocida como una de las que más fervor despiertan en Latinoamérica.
Entre tanta religiosidad, muchos jóvenes acuden a la ciudad andina en busca de fiesta, algo que Martín Huamán, residente de 26 años, cree compatible ya que "hay hueco para todos".
-EFE
En la plaza de armas de la localidad, situada en la sierra centro sur de Perú a 585 kilómetros de Lima, los voluntarios se esmeran durante semanas en dejar todo listo para que las procesiones pasen por encima de los mantos hechos a partir de serrín, restos de flores y tierra de los cerros vecinos.
Horacio Hurtado, encargado de diseñar caras y cruces andinas en una de estas alfombras coloridas, explica a Efe que la iconografía queda borrada al paso de la procesión, lo que puede interpretarse como un símbolo de la colonización española y católica.
A la entrada de la ciudad, un monumento recuerda a los transeúntes que Ayacucho es la "cuna de la libertad americana", pues la batalla que en 1824 se libró en sus tierras selló definitivamente la independencia de América del Sur frente a los españoles.
En Ayacucho, no obstante, no sólo se defiende lo autóctono, lo andino, sino que los actos católicos se celebran con fervor en las calles y en cualquiera de las 33 iglesias erigidas.
Entre las manifestaciones religiosas, se incluyen misas en español pero también en quechua, lengua hablada por la mitad de sus ciudadanos.
La festividad es "cristiana en un 80 por ciento", según Horacio, para quien este porcentaje se revierte en tiempos de carnaval, cuando impera la ancestral tradición andina.
Durante los días que duran representaciones como la de la Pasión, la Crucifixión o la Resurrección de Cristo, los niños juegan a perseguir las comitivas mientras los adultos presencian el espectáculo con devoción.
En el "Via Crucis", por ejemplo, los actores se tiñen con "ketchup" para simular la sangre de las heridas causadas por latigazos y fustigamientos.
"¿Quién quiere ser apóstol?", pregunta una de las organizadoras antes de salir de la iglesia de San Juan de Dios, en un intento de que la gente participe en los festejos.
A medio camino, esta marcha se cruza con otra que lleva a un Cristo vestido de blanco y con corona de espinas que, bajo los insultos de romanos que van a pie y a caballo, es conducido a lo alto de un cerro en las afueras de la ciudad para ser crucificado.
Una de las asistentes a la procesión, Cristal Becerro, señala que viene con sus padres desde Trujillo, en el norte de Perú, para vivir esta Semana Santa "tan intensa" y "vistosa" como es la ayacuchana.
Atrás quedaron los tiempos en que el terrorismo de Sendero Luminoso aislaba y azotaba la ciudad, e interrumpía con atentados la meditación de estas fechas en la década de los años ochenta del siglo pasado.
Ahora, numerosos carteles dan la bienvenida a decenas de miles de personas de otras partes del país y del extranjero que cada año optan por pasar la Semana Santa de Ayacucho, reconocida como una de las que más fervor despiertan en Latinoamérica.
Entre tanta religiosidad, muchos jóvenes acuden a la ciudad andina en busca de fiesta, algo que Martín Huamán, residente de 26 años, cree compatible ya que "hay hueco para todos".
-EFE
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