Empezaron con sus cámaras de película y se adaptaron a la era digital para conservar su oficio en el corazón de la Ciudad Blanca. “Los celulares nos han quitado trabajo, pero seguimos dando batalla”, dice Fernando Choquecota.
La tecnología, con sus teléfonos que sacan fotos y registran videos, no ha podido jubilar a los fotógrafos de la Plaza de Armas de Arequipa.
Es un oficio en peligro en extinción, pero todavía hay quienes sostienen a su familia sacando fotografías a los visitantes que circulan por el corazón de la Ciudad Blanca.
Fernando Choquecota, trabaja hace treinta años tomando fotografías en la Plaza de Armas. La “cultura selfie” no lo ha derrotado.
“Los celulares con cámara nos han quitado trabajo, tal vez sea más rápido, pero no tiene la calidad de resolución que tienen nuestras cámaras”, dice Choquecota, con su Nikon digital colgada al cuello.
Choquecota no solo ha fotografíado a una incalculable cantidad de parejas, familias y promociones de colegios que llegan a la Plaza de Armas todos los días, también registró momentos históricos.
El terremoto del 23 de junio de 2001, lo sorprendió en pleno trabajo. No dejó de disparar su cámara y captó el momento preciso de la caída de una de las torres de la Basílica Catedral de Arequipa. En ese tiempo todavía usaba una cámara con película.
“Tengo esas fotos en rollo, son los momentos precisos de uno de los terremotos que vivió la ciudad, antes tenía que revelarlas para poderlas imprimir, ahora ya están en internet”, comenta el fotógrafo.
A Fernando Choquecota, su oficio le ha permitido educar a sus cuatro hijos que ahora ya son profesionales.
Otros 16 fotógrafos todavía ofrecen sus servicios en el centro de Arequipa. Antes demoraban algunos días para revelar y entregar las fotografías a sus clientes, ahora lo hacen en pocos minutos porque las imprimen en locales cercanos o en sus impresoras portátiles.
Eusebio Turpo, lleva veinte años tomando fotografías en la Plaza de Armas. Dice que todavía hay personas que prefieren llevarse una foto impresa en papel, por eso todavía tiene clientes.
Y así lo corroboró Wendy Alegría, quien llegó junto a su familia desde Caravelí y posó para la cámara de Turpo porque dice que la foto en el celular se suele perder y por eso la prefiere impresa para conservar ese momento.
Así pasan sus días los fotógrafos de la Plaza de Armas, esperando clientes que deseen posar ante sus cámaras y llevarse un recuerdo impreso.
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