“Hemos vuelto a nacer”, dicen los hombres de mar que ya se encuentran en Matarani y Mollendo. Carlos Rojas Nina, Rubén Cossi Nina y los hermanos Harold y Yampier Viza Calatayud, contaron que varias embarcaciones los vieron pero no les dieron ayuda.
Los cuatro pescadores que permanecieron perdidos en altamar durante 33 días, se reencontraron con sus familiares en el aeropuerto Alfredo Rodríguez Ballón de Arequipa antes de partir a sus viviendas en Mollendo y Matarani.
Carlos Rojas Nina, Rubén Cossi Nina y los hermanos Cristian y Jean Pier Viza Calatayud, fueron recibidos con alegría y en medio de lágrimas por sus familiares y amigos.
“Estoy alegre, muy feliz, creo que hemos vuelto a nacer”, dijo Rubén Cossi Nina.
Luego contó que los momentos más difíciles que les tocó vivir fue cuando vieron pasar muy cerca a varias embarcaciones, pero ninguna les brindó ayuda.
“Lo que hemos pasado no se lo deseo a nadie, lo peor es que pedimos auxilio y varias embarcaciones se pasaron como si fuéramos invisibles, quemamos llantas y hasta nuestra ropa para hacer antorchas, pero nada”, dijo Cossi.
Por su parte, Christian Viza Calatayud dijo que todo el tiempo pensó en sus tres hijas, una de cuatro años y dos gemelas de 4 meses de nacidas. “Por ellas nunca me di por vencido, todo el tiempo pensaba en ellas y en momentos cuando creíamos todo perdido solo le pedía a Dios que si nos pasaba algo, las proteja”, contó Viza.
La empresa Tisur los apoyó con los pasajes aéreos desde Trujillo y puso a disposición de los pescadores dos camionetas para que se trasladen a Mollendo y Matarani.
Todo el drama que les tocó vivir empezó el 16 de mayo cuando partieron del puerto de Chala. El motor de su embarcación se quedó sin batería y quedaron a la deriva. La corriente marina los arrastró hasta el norte del país.
Una embarcación los divisó y se acercó a ayudarlos. Sus compañeros les dieron agua y una batería para que enciendan el motor de su embarcación Paulo Esteban y lleguen al puerto de Malabrigo en Trujillo.
Carlos Rojas, otro de los pescadores, dijo que todos fueron muy disciplinados y procuraron que el alimento y el agua les duré el mayor tiempo posible. Pero los últimos cuatro días se les acabó todo y tuvieron que empezar a beber su propia orina.
“Comimos pescado seco y empezamos a tomar nuestros orines, también agua salada, pero nos hacía doler la cabeza, nos encontraron a tiempo, no habríamos resistido más tiempo”, dijo Rojas.
Al llegar a sus viviendas, sus familiares y vecinos los recibieron con banda de música, torta y comida. Los cuatro pescadores empezaron su nueva vida con un gran festejo.
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