La fe al Señor Cautivo de Ayabaca atrae a hermandades que extienden su ruta cruzando las fronteras. Peregrinos de Ecuador, Bolivia y Chile llegan a Ayabaca con devoción.
Octubre vuelve a teñir de fervor y devoción la sierra piurana. Ayabaca, conocida como la ‘Capital de la Fe’ de la región Piura, se convierte un año más en el punto de encuentro de miles de devotos y peregrinos que llegan a esta localidad, ubicada a más de 2 700 metros sobre el nivel del mar, para rendir homenaje y agradecer al Señor Cautivo por los milagros concedidos.
La llegada a Ayabaca no es sencilla. La mayoría de los seguidores de la venerada imagen del ‘Moreno milagroso’ caminan durante días, soportando el intenso sol, la lluvia e incluso el frío, condiciones extremas que, lejos de desanimar, refuerzan su profundo compromiso y devoción.

Promesas de rodillas y un milagro en brazos
En la cobertura realizada por RPP, pudimos recoger conmovedoras historias de sacrificio y amor incondicional. Tal es el caso de Humberto Ruesta, natural de Sullana, quien conmovió a los presentes al ingresar a la ciudad arrodillado, sosteniendo en sus brazos a su pequeño hijo de tan solo 1 año de edad.
"El año pasado, cuando mi hijo tenía tres meses, estuve a punto de perderlo. Los médicos no me daban esperanza de su recuperación," contó Ruesta entre lágrimas. "Sin embargo, mi fe al Cautivo, a quien tanto le rogué, me lo salvó. Hoy vengo a Ayabaca a cumplir mi promesa."
Otro testimonio de la fe inquebrantable es el de César Palomino, integrante de una hermandad del asentamiento humano El Indio, en el distrito de Castilla. Con 30 años de peregrinaje, Palomino relató que cada año camina seis días para ver a la imagen.
"Se camina en agua y lodo que nos dificulta la llegada. El milagro que me hizo el Cautivo fue sanar a mi hijo cuando tenía cinco años, cuando padecía de un fuerte dolor de pierna que ningún médico podía sanar. Desde entonces, entro a Ayabaca de rodillas," detalló.

Devoción sin fronteras
La fe al Señor Cautivo atrae, incluso, a hermandades que extienden su ruta más allá de las fronteras. Un ejemplo es la Hermandad de la Virgen del Cisne de Chiclayo, que llegó a Ayabaca después de una semana de peregrinaje iniciado en Loja, Ecuador, donde veneraron previamente a la Virgen María.
"Salimos el 4 de octubre desde la Basílica El Cisne, Ecuador. Somos chiclayanos con devoción a la Virgen del Cisne, a quien traemos como ofrenda de amor a nuestro Señor Cautivo de Ayabaca. Vengo pidiendo por la paz de nuestro país," manifestó Jhon Mendoza, integrante de la hermandad, resumiendo el sentir de miles de almas unidas por una misma fe.
