El Perú sufre de una enfermedad que lo carcome desde hace décadas. Este mal, gracias a distintas investigaciones periodísticas y judiciales, ha podido ser diagnosticado: se llama corrupción. Los peruanos no solo hemos visto, sino que hemos escuchado a jueces, fiscales, congresistas y malos empresarios cometer actos ilícitos, intercambiar favores y beneficiar a investigados a cambio de dádivas. Casos como Los Cuellos Blancos del Puerto, Los Gánsteres de la Política, Lava Jato, Los Intocables Ediles, entre otros, nos obligan a tomar medidas drásticas y urgentes para luchar contra la corrupción. El más reciente caso Vacunagate nos demostró que, incluso en tiempos donde enfrentamos el mayor desafío de la humanidad, todos los esfuerzos que hagamos se irán por la borda si no logramos cerrar este problema estructural.
La Contraloría señala que el Perú pierde anualmente 23 mil millones de soles por corrupción, lo cual representa cerca del 15% del presupuesto público ejecutado y alrededor del 3% del PBI. Eso se traduce en menos hospitales, menos colegios, menos carreteras, menos todo. Hablar de corrupción es hablar de lo que significa traicionar al Perú. El Partido Morado tiene planeado luchar contra la corrupción desde diversos frentes. Como todo, esto también empieza por la educación, por lo que incorporaremos la historia de la corrupción en el Perú, documentada por Alfonso Quiróz en un valioso libro, en la currícula escolar nacional para que los niños y niñas tengan plena conciencia de este problema y su impacto. Para fortalecer las competencias de jueces y fiscales, proponemos una reforma constitucional para que la Academia de la Magistratura se adscriba a la Junta Nacional de Justicia y se convierta en una verdadera escuela judicial que no solo forme a los futuros jueces y fiscales de nuestro país, sino que también se encargue de seleccionarlos.
Debemos reconocer que los equipos especiales Lava Jato y Lava Juez han tenido una enorme responsabilidad en la persecución del delito y su sanción; sin embargo, actualmente, si alguno de los jueces o fiscales sufre un percance, la investigación se entorpece o detiene. En ese sentido, la siguiente Bancada Morada impulsará la creación de un sistema fiscal especializado en los delitos de corrupción de funcionarios y lavado de activos, que contará con los recursos necesarios para realizar un trabajo técnico y sólido. Además, fortaleceremos la inteligencia policial contra este tipo de delitos, fomentando los mega operativos de la policía de investigación. Asimismo, impulsaremos una ley que otorgue a la Unidad de Inteligencia Financiera la facultad de acceder directamente al secreto bancario, lo cual permitirá rastrear el dinero proveniente del narcotráfico, y de otros delitos y formas de corrupción.
La corrupción también afecta a la democracia, interfiriendo en elecciones y sacando candidatos, tal como va quedando demostrado que ocurrió con mi arbitrario retiro de la carrera electoral del 2016. Si bien recibí un enorme respaldo ciudadano, ningún político me brindó su apoyo, ya que claramente algunos de ellos estaban dirigiendo la tacha contra mi candidatura. Por eso, es clave entender que la lucha contra la corrupción es, sobre todo, una tarea ciudadana, y la manera más efectiva de hacerlo es votando correctamente. Esto último significa, principalmente, no votar por partidos que estén involucrados en casos de corrupción o que hagan alianzas con políticos que sí lo están. Si en algo el Perú necesita mano dura es para luchar contra la corrupción y el Partido Morado es el único que lo ha demostrado, marchando en las calles contra mafias como la de los “hermanitos” Hinostroza y Chávarry, e impulsando sus respectivas investigaciones en el Congreso a través de la actual Bancada Morada. Los invito a ejercer un voto anticorrupción.
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