Con el tiempo, mi estudio en casa ha reunido una serie de equipos interesantes para grabación de audio
Desde hace más de 3 años, METADATA se ha impuesto como uno de los podcasts más escuchado del Audioplayer de RPP con más de 750 mil descargas, y uno de los más escuchados en la categoría “tecnología” en varias apps. El trabajo de producir más de 145 episodios ha evolucionado en contenido y equipos, y hoy he podido acumular una serie de equipos que han optimizado el trabajo de realizar, cada semana, el trabajo de grabación de podcast, emisión de “Familia Punto Com”, transmisión a RPP TV y alguna videoconferencia o taller desde casa. Este “review” te enseñará qué equipos uso en mi estudio personal para producir contenido.
Micrófonos USB: mi primera lección aprendida
Durante los primeros episodios, comencé a usar micrófonos USB, y fue una decisión acertada en ese momento. Ya contaba con un Blue Yeti clásico, y me gustaba mucho su modo cardioide. Luego, fui pasando a otros modelos dentro de Blue, como el Snowball y el Yeti Nano, hasta dar con el Yeti X, mi último micrófono USB de uso diario.
En otras marcas, he tenido la chance de probar los HyperX Quadcast, tanto el modelo original como la reciente variante S, y realmente pusieron la valla alta.
El punto positivo de esta experiencia es que, valgan verdades, es un alivio tener un sistema “plug and play”, y que funciona ni bien conectamos el micrófono por USB. Esto ahorra todo el paso de cables, consolas y monitoreo directo que un principiante no quiere enfrentar. Además, el monitoreo en tiempo real por los audífonos es necesario, porque escuchar la señal USB por los parlantes genera una latencia de microsegundos que, cuando la escuchas, es realmente molesta.
Otra de las ventajas es que estos equipos integran varios patrones polares, una cualidad que los micrófonos XLR no tienen a bajo costo. Aquí encontramos, por lo general, modo cardioide y omnidireccional, aunque varios modelos añaden “bidireccional” y estéreo.
Sin embargo, comenzaron a aparecer ciertas limitaciones en temas de calidad de audio y, sobre todo, de señal. Sentía que el sonido era ligeramente metálico y que, en algunas frecuencias, aparecían ciertos “baches” o caídas de intensidad. Además, el uso de un micrófono USB limitaba el uso a una sola app, y no podía compartir el mismo INPUT en dos aplicaciones de manera simultánea. Es ahí donde di el siguiente paso.
Interfaces de audio: el paso que hay que dar
Entiendo que, para muchos, pasar de la seguridad en el “plug and play” del USB hacia una interfaz de audio con controles externos pueda ser, cuanto menos, intimidante. Ahí solo me queda decirte que no es un camino fácil, pero es enorme la diferencia entre un sistema USB y uno XLR en términos de calidad de audio.
Con mi primera Focusrite Scarlett Solo de tercera generación comenzó el camino de la exploración en XLR y el audio balanceado. En este caso, contamos con dos puertos: un XLR y un TRS – cable de ¼ de pulgada – y con un anillo LED que cambia de verde a ámbar o rojo cuando la señal toca un techo o “clipea”.
Con esta primera interfaz, no solo podía conectar un micrófono condensador, sino también un instrumento de manera directa. Uso una POD XT Live de Line6, y pude conectarla para grabar pistas en ProTools First, la versión gratuita que viene con la Focusrite.
El problema de esta interfaz es que no cuenta con control independiente para los audífonos, y debes bajar el monitoreo completo para todo. Con esto, ya no podía escoger escuchar un audio por parlantes o audífonos de manera independiente, sino que subía o bajaba el volumen de todo. Ahí ocurrió otro cambio.
Aposté por una Rubix44 de Roland, mi actual interfaz de audio. Con este equipo, de mayor control y herramientas, tengo varias mejoras respecto a la Focusrite Scarlett Solo: cuatro entradas en “combo XLR / TRS” balanceadas para micrófonos o instrumentos, compresor o limitador de señal, manejo de baja y alta impedancia – la electricidad que la fuente de audio demanda -, y monitoreo independiente de los audífonos.
Ambas interfaces son compatibles con Windows y Mac, así que no hay problema en montarlas a los sistemas operativos. Incluso, ambas resultaron eficientes para usarlas conectadas a un iPad mediante adaptador USB-C. Ahora, veamos los micrófonos para esta nueva modalidad. Te recomiendo escuchar el audio que anexo en esta nota para que escuches la calidad de grabación.
Micrófonos dinámicos versus condensadores: cuál escoger
En mi caso, estuve probando un condensador cardioide que vino con el pack de Focursite, y que me funciona muy bien para todo propósito. A diferencia de un micrófono dinámico, sin embargo, estos micrófonos requieren una carga eléctrica para funcionar. Para que eso ocurra, a través del cable XLR viaja una señal eléctrica, comúnmente conocida como “Phantom Power”, para alimentar de corriente el condensador.
Ahora, uso como micrófono principal el Samson Q9U, un equipo que he podido reseñar de manera completa y que, valgan verdades, se ha convertido en una poderosa navaja suiza para todo lo que hago. En este caso, hablamos de un micrófono dinámico con potenciador de medios y cortador de frecuencias graves, que requiere un lifter de señal para entregar todo.
En concreto, mi decisión de micrófonos responde al ambiente de trabajo. Por lo general, un condensador suele incrementar los medios y agudos, lo que ayuda cuando estamos con instrumentos y voces un poco más apagadas. Sin embargo, resalta demasiado el ruido de fondo, por lo que se recomienda usarlo en cuatros con mejor tratamiento acústico.
En el caso de los dinámicos, suelen ser un poco más “duros” en la recepción, lo que ayuda a que el ruido lateral no se filtre y nos obliga a hablar un poco más fuerte para mejorar el ingreso de audio. Eso sí, busca un lifter de señal para que el micrófono entregue la mejor señal posible.
Reducir el ruido ambiente: el siguiente paso
No hay tratamiento acústico perfecto o un modelo a aplicar en todo sentido, por lo que compartiré contigo algunos detalles que mejoraron mucho mi experiencia de uso con el tiempo:
Lo primero que hice fue reducir el rebote de ruido en las esquinas y en paredes. Ojo, no eliminar, sino reducir. Eliminar implica un gasto mayor en remodelar el espacio, reducir medidas de una habitación por el recubrimiento y un presupuesto adicional para la ventilación. No necesito eso. Por eso opté por eliminar el rebote en esquinas y paredes, y así minimizar el ingreso de eco al micrófono.
Lo otro tiene que ver con reducir el rebote de la voz en la pared de enfrente, aquella que ves cuando grabas. Al hablar, la voz no solo ingresa al micrófono; sino también rebota en paredes cercanas, añadiendo un “delay” a la voz que no suele ser cómodo para edición. Puedes añadir esponjas o almohadas a tu zona de grabación para minimizar ese retorno involuntario, un truco muy útil en hoteles y cuartos no tratados acústicamente.
Otro detalle es la necesidad de reducir las vibraciones del micrófono. Para eso es mejor usar un brazo que sujete al equipo, pero un brazo sobre el escritorio es bastante eficiente. En todo caso, lo que debes evitar es hablar con el micrófono en la mano, pues añade ruido involuntario y golpes, además que no permite mantener una distancia sana de la bobina. Por otro lado, es bueno que cubras con un “poncho” o protector de malla en tus equipos, y reducir la exposición del enmallado a tu saliva, que atenta contra el acabado. Por más que sea tuyo, cuídalo.
Finalmente, graba y escucha todo. Debes conocer el ruido promedio que ingresa al lugar en donde grabas y buscar el balance entre el control natural y la reducción por software. Por eso, cada modificación que hagas al cableado o la posición de tus micrófonos, debes grabar una referencia para identificar si la reubicación mejora o empeora la calidad del audio.
* La Roland Rubix44 y el Samson Q9U fueron cedidos por Audiomúsica. La Focusrite Scarlett Solo Combo fue adquirida con propios recursos, al igual que las esponjas y el brazo.
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