En la antiguedad, los apellidos correspondían al lugar de origen de la persona, su oficio o bien a características físicas distintivas.
Los nombres y apellidos nos ayudan a identificarnos y diferenciarnos del resto. En el caso de los apellidos, muchos lo consideran un legado que nos dejan nuestros padres y por el cual estamos obligados a honrarlos, ya que representa a toda una familia. Sin embargo, hubo una época en la que no existían y tan solo bastaba con tener un nombre.
En la antigüedad, los seres humanos estaban organizadas en pequeñas aldeas, por lo que se conocían unos con otros y no era necesario ofrecer más que un nombre para referirse a alguien. En la Edad Media comenzaron a formarse ciudades más grandes y feudos con poblaciones numerosas, por lo que se hizo necesario diferenciar mejor a las personas, momento en el que aparecen los apellidos.
En un inicio, los apellidos correspondían al lugar de origen de la persona, su oficio o bien a características físicas distintivas. En el caso de los nobles, estos adoptaban el apellido de su dinastía o podían quedarse con el de algún territorio conquistado, como forma de mostrar dominación.
Cuando el uso de apellidos se hizo más común y las diferentes culturas se mezclaron, muchos apellidos fueron traducidos de un idioma a otro o sufrieron pequeñas modificaciones para hacerles parecer originarios de otro lugar y no sufrir discriminación.
Un tipo de apellidos son los que hacen alusión a un nombre. Si un hombre se llamaba Juan, su hijo iba a ser conocido por el resto como el hijo de Juan. Como ejemplo podemos tomar el apellido Rodriguez, que significa hijo de Rodrigo.
Otro caso son los que se refieren a una ocupación. Si un hombre se llamaba Carlos y su oficio era la fabricación de zapatos, al tener que adoptar un apellido se usó su ocupación, pasando a ser Carlos Zapatero. Del mismo modo, otros apellidos responden a una característica física que distinguía a la persona que lo adoptó, tal como Blanco, Delgado o Cabello, entre otros tantos.
Un dato llamativo es que los miembros de la familia real británica legalmente no tienen apellido. Actualmente, los nobles ingleses provienen de la casa de Hamburgo, pero al ser demasiado alemán, cambiaron al apellido Windsor.
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