La imagen tomada por el telescopio espacial Spitzer muestra a la nebulosa de Orión que se encuentra a 1.350 años luz de la Tierra. Escena cósmica explica el apogeo del brillo de las estrellas jóvenes.
El telescopio espacial Spitzer, que vigila de cerca a la nebulosa Orión, ha captado durante años la actividad de las estrellas que nacen en su interior dejando imágenes tan asombrosas como las publicadas hoy por la NASA en su página de internet.
La nebulosa de Orión se encuentra a unos 1.350 años luz de la Tierra y a una longitud de onda cercana al doble del tamaño de lo que puede detectar el ojo humano, por lo que el telescopio abre una ventana única a la región interestelar.
La escena cósmica muestra el apogeo del brillo de las estrellas jóvenes, que suele disminuir debido al cambio de las temperaturas en la superficie de la estrella.
El telescopio Spitzer nunca pierde de vista a las estrellas que se forman en la nebulosa de Orion y muestra sus cambios lumínicos desde su nacimiento. Las estrellas más brillantes de esta región cósmica se aglutinan en el cúmulo del Trapecio de la nebulosa.
El telescopio espacial Spitzer es una misión de la NASA operada y administrada por el Laboratorio de Propulsión a Reacción (Jet Propulsion Laboratory).
Spitzer, lanzado el 25 agosto 2003, es el elemento final del Programa de Grandes Observatorios de la NASA, en el que también participan el Instituto de Tecnología de la Universidad de California, la Cornell University y la Universidad de Arizona, entre otras instituciones.
Se trata de un observatorio espacial infrarrojo enfriado criogénicamente (a la temperatura de ebullición del nitrógeno a 196 grados celsius bajo cero), capaz de estudiar objetos que van desde nuestro Sistema Solar hasta las regiones más distantes del Universo.
Según explica en su página el Instituto de Tecnología de la Universidad de California, que participa en el proyecto de la NASA, Spitzer es una pieza clave desde el punto de vista científico y técnico del nuevo Programa para la Búsqueda Astronómica de los Orígenes.
Tiene capacidad para tomar imágenes y espectros de 3 a 180 micras y las estimaciones actuales de la NASA le dan todavía una vida operativa de unos 5 años.
EFE
La nebulosa de Orión se encuentra a unos 1.350 años luz de la Tierra y a una longitud de onda cercana al doble del tamaño de lo que puede detectar el ojo humano, por lo que el telescopio abre una ventana única a la región interestelar.
La escena cósmica muestra el apogeo del brillo de las estrellas jóvenes, que suele disminuir debido al cambio de las temperaturas en la superficie de la estrella.
El telescopio Spitzer nunca pierde de vista a las estrellas que se forman en la nebulosa de Orion y muestra sus cambios lumínicos desde su nacimiento. Las estrellas más brillantes de esta región cósmica se aglutinan en el cúmulo del Trapecio de la nebulosa.
El telescopio espacial Spitzer es una misión de la NASA operada y administrada por el Laboratorio de Propulsión a Reacción (Jet Propulsion Laboratory).
Spitzer, lanzado el 25 agosto 2003, es el elemento final del Programa de Grandes Observatorios de la NASA, en el que también participan el Instituto de Tecnología de la Universidad de California, la Cornell University y la Universidad de Arizona, entre otras instituciones.
Se trata de un observatorio espacial infrarrojo enfriado criogénicamente (a la temperatura de ebullición del nitrógeno a 196 grados celsius bajo cero), capaz de estudiar objetos que van desde nuestro Sistema Solar hasta las regiones más distantes del Universo.
Según explica en su página el Instituto de Tecnología de la Universidad de California, que participa en el proyecto de la NASA, Spitzer es una pieza clave desde el punto de vista científico y técnico del nuevo Programa para la Búsqueda Astronómica de los Orígenes.
Tiene capacidad para tomar imágenes y espectros de 3 a 180 micras y las estimaciones actuales de la NASA le dan todavía una vida operativa de unos 5 años.
EFE
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