Crece la preocupación por las condiciones en algunos centros de detención en Texas. Esto es lo que se sabe sobre el trato a los inmigrantes retenidos.
En el corazón de Estados Unidos, donde miles de inmigrantes llegan cada año en busca de oportunidades, existe una realidad mucho menos visible que el cruce de fronteras o las políticas migratorias. Son lugares cerrados, custodiados por agentes, donde el tiempo parece detenerse. Ahí, muchos hombres y mujeres aguardan respuestas sobre su futuro mientras enfrentan condiciones pocas veces conocidas.
Estas instalaciones, repartidas por distintos puntos del Estados Unidos, son clave en la estructura migratoria, pero también han sido blanco de cuestionamientos y críticas. Lo que ocurre al interior de sus muros preocupa a organizaciones de derechos humanos y despierta un debate cada vez más necesario sobre cómo se trata a quienes, aún sin documentos, siguen siendo personas con derechos y dignidad.
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Centros de detención para inmigrantes causan alerta en Texas
En medio de un panorama migratorio cada vez más tenso en Estados Unidos, crecen las preocupaciones sobre el trato que reciben quienes llegan al país en busca de una oportunidad. Mientras las políticas se endurecen y las redadas migratorias se intensifican, distintas organizaciones de derechos humanos vuelven a poner la lupa sobre los centros de detención que administra el Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE), sobre todo en estados como Texas.
Amnistía Internacional publicó un informe que deja en evidencia lo que califican como “graves violaciones de derechos humanos” en un centro migratorio de El Paso. La organización visitó el lugar en abril y reportó una serie de condiciones que, aseguran, ponen en riesgo el bienestar de las personas allí recluidas. Lejos de ser una situación puntual, los testimonios recogidos apuntan a una práctica sistemática dentro del Centro de Procesamiento de Servicios de El Paso (EPSPC).
Según lo documentado, las personas detenidas en este centro denunciaron abusos físicos por parte de los guardias, uso excesivo del aislamiento, hacinamiento y espacios en condiciones insalubres. Estas situaciones no solo afectan la integridad física de los inmigrantes, sino también su salud mental y emocional. La falta de controles independientes y la dificultad para presentar denuncias hacen aún más preocupante el panorama descrito por Amnistía.
Uno de los testimonios más impactantes habla de alimentos vencidos, agua contaminada y atención médica inexistente. “Nos dijeron que bebiéramos agua caliente y sucia. Huele mal. No nos dieron ningún medicamento”, relató una persona detenida. Frente a este escenario, crecen los llamados a revisar las condiciones en los centros de detención migratoria y garantizar un trato digno para quienes, pese a todo, siguen soñando con un futuro mejor en EE.UU.
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